martes, 24 de abril de 2012

Pobres


El precioso BMW  se deslizaba por la maltrecha carretera rural que les devolvía del agradable fin de semana que habían pasado. El motor de gran cilindrada rugía y hacía girar las cabezas de todos los lugareños con los que se cruzaban, eran gente humilde, de esos que se ganan la vida con sus propias manos.

Miguel había reservado aquel fin de semana para pasarlo con su hijo, David. Tenía la firme intención de que aprendiera a valorar la suerte que tenía por haber nacido en esa familia, con aquella posición de privilegio, que supiera ver que no todo el mundo podía gastar tanto como ellos, que la gente normal sobrevivía con mucho menos. Había hecho ese viaje para que David viera lo pobres que eran aquellas gentes.

El fin de semana pasó. Habían estado en la casa de un familiar lejano con su familia. El pequeño se lo había pasado en grande, todo el día jugando con sus primos y construyendo mundos de fantasía de esos de los que solamente los niños son dueños. Miguel estaba seguro que después de aquella experiencia su pequeño se portaría mucho mejor al ver la suerte que tenía y lo desdichados que eran aquellos pueblerinos.

- ¿Qué te ha parecido el fin de semana, David?

- Me lo he pasado genial, papá. Muchas gracias por este fin de semana.

- Me alegro mucho de que te lo hayas pasado tan bien. – El padre sonrió a su hijo a través del espejo retrovisor. – ¿Has visto lo pobre que puede ser la gente?

- Sí, papá. Lo he visto.

- Y ¿qué has aprendido de este fin de semana?

- Pues he aprendido que nosotros tenemos un perro muy pequeñito, mientras que ellos tienen 4 perros enormes y preciosos. He aprendido que nosotros tenemos una piscina cuadrada y que ellos tienen un río tan grande que nunca se termina. – El gesto del padre comenzó a cambiar.- He aprendido que nosotros tenemos un jardín rodeado por un muro de ladrillos y ellos tienen un jardín que no tiene fin. He aprendido que nosotros tenemos lámparas en el techo porque no tenemos la suerte de tener un cielo lleno de estrellas como ellos. He aprendido que tenemos que viajar en este coche porque no podemos tener un caballo. He aprendido que tengo una habitación llena de juguetes porque no tengo un patio de juego que llega hasta el horizonte. He aprendido que no puedo jugar en la calle porque hay muchos coches y gente mala, mientras que ellos pueden jugar por todo el campo.

El padre ya estaba sin habla.

- Muchas gracias papá. Gracias por enseñarme lo pobres que somos.

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