La inmensidad del mar separado en dos para que toda una
nación cruce en seco en su huída de la esclavitud. Una mujer formada de la
costilla de un hombre. Agua transformada en un buen vino. Un hombre llevado al
cielo sobre un carro de fuego ante la atónita mirada de su discípulo. Una mujer
embarazada sin haberse acostado con ningún hombre. Un universo surgido de la
nada absoluta. Un hacha flotando en un río. Un pueblo alimentado durante 40
años por alimento caído, literalmente, del cielo. Un adolescente derribando con
una pequeña honda a un gigante soldado. Las bocas de los leones cerradas en una
clara sentencia de muerte. Un muerto por crucifixión romana resucitado al
tercer día.
Hoy en día hemos llegado a un nivel de conocimiento y de
entendimiento de la realidad científica que hace que alguien inteligente no
pueda de ninguna de las maneras creer en estos “mitos” que nos cuenta el
cristianismo. Claramente la Biblia es mentira porque nos habla de hechos que no
pueden ser probados científicamente, es más, nos habla de hechos que
contradicen las propias leyes naturales. Caso cerrado. En 1937, el físico
alemán Max Planck dijo: “La fe en los
milagros debe ceder terreno, paso a paso, ante el continuo avance de las
fuerzas de la ciencia, y su derrota total será sin duda un simple asunto de
tiempo” (1).
¿Es esto así? ¿Puede alguien despachar la magia, los elfos y
los gnomos como un mito y creer en la lista que tenemos arriba como hechos
históricos? ¿Es viable que alguien crea en lo que nos narra la ciencia (la de
verdad) como cierto y al mismo tiempo crea en la veracidad de la Biblia? ¿No es
cierto que los milagros contradicen las reglas físicas más elementales y, por
lo tanto, son necesariamente mentira?
Estas preguntas se las plantea mucha gente, de hecho, es
probable que tú mismo pienses en esto. Continuamente me preguntan que cómo
puede alguien inteligente hoy en día seguir creyendo en el nacimiento virginal
de Cristo, por ejemplo.
Es vital para empezar, especificar lo que es un milagro,
porque tendemos a relajar el sentido de esta palabra dándole el significado de
algo que, aunque fuera complicado que se cumpliera, se terminó haciendo (p.e.
es un milagro que haya venido, pero al final me dejaron mis padres). Aquí
estamos hablando de algo que no se produce por causas naturales que operan en
el momento y lugar en que ocurre, de hecho, según la Real Academia, es algo que necesariamente es atribuido a lo sobrenatural, más específicamente a lo divino.
Es decir, que los milagros son algo que está fuera de la
ciencia, que se encuentra separado de las reglas científicas. Esto es
importante, porque no estamos diciendo que los milagros contradicen la ciencia,
o que están en contra de las leyes físicas, estamos diciendo que se encuentran
fuera de estas. Por ejemplo, existe una ley natural que nos dice que si
soltamos un libro en el aire, caerá hacia el suelo. La Ley de la Gravedad la
conocemos todos porque todos la experimentamos. Sin embargo, si mientras este
libro está cumpliendo a la perfección con la ley científica que debe, ponemos
en su trayectoria nuestra mano, el resultado es que el libro no caerá al suelo,
sino que se quedará en nuestra mano. El que nosotros hayamos atrapado el libro
en plena caída no quiere decir que hayamos contradicho la ley física, se trata
de la actuación de un ser que, libremente, ha inferido en este hecho
completamente natural en un momento determinado, no es necesario negar la ley
ni reformularla. Esto, en esencia, es lo que ocurre en un milagro. Por ejemplo, en el determinado caso en que un mar, específicamente el Mar Rojo, es partido para el paso de un pueblo, no estamos diciendo que la ciencia deba ser redefinida para que esto se lleve a cabo, de la misma manera que diciendo que Jesús resucitó no estamos diciendo que la muerte ya no afecte a los seres vivos, simplemente estamos diciendo que, en esos determinados casos, la regla fue afectada por un poder superior, Dios.
Lo que estoy diciendo es que nuestro amigo, el señor Planck,
tiene toda la razón del mundo. Es un error el considerar lo que no podemos
explicar como un milagro, debemos buscar la verdad científica en todo lo que no
hemos llegado aún. No estamos hablando de un pensamiento simplista que nos
lleve a catalogar todo aquello que no podemos entender o explicar como un
milagro. Estoy hablando de aquellos hechos por los cuales, basados en una serie
de principios, deduciríamos legítimamente que hay un agente sobrenatural que
interviene en el proceso. Estoy hablando de hechos
reales de Dios, no de explicaciones simplistas de alguien que no entiende o
no quiere entender.
Si pensáis que esto es una idea tonta o descabellada,
investigad un poco en la “irreducible complejidad” de cualquiera de los órganosque nos permiten la vida, del ajuste fino con que está diseñado nuestro mundo y
nuestro universo, piensa simplemente en la manera tan sumamente perfecta conque están calibradas las leyes científicas que permiten nuestra existencia. Si
no es por medio de la inferencia de Dios, de un diseñador sumamente
inteligente, si no es un milagro, es sencillamente imposible que hayamos
llegado a existir.
Al punto que quiero llegar es que la simple creencia en un
Dios creador, que se ha revelado y que se interesa por su creación es la clave
para todo esto. Me explico. Si Dios lo ha hecho todo de la nada, ¿dónde está el
problema para aceptar que una mujer se quedase embarazada por su voluntad?
¿Tuvo Dios problemas para generar el ADN adecuado en el óvulo de Maria habiendo creado las galaxias en un instante? ¿Acaso
un Dios que por la pura potencia de su voluntad creó los agujeros negros
tendría mucho problema en hacer flotar un hacha en un río? ¿Es que el diseñador
del estómago del hombre no podría darle de comer?
En el momento en que pensamos en la idea de Dios, las
imposibilidades en cuanto a los milagros se esfuman. Precisamente porque no
estamos hablando de ciencia, ni de nada que la contradiga, sino del que la
creó, del que hace que cada una de las leyes naturales esté ahí, del que
sostiene el universo, del que está muy por encima de estas “reglas de juego”
que nos puso. Es por eso que podemos afirmar que los milagros son posibles. No como una
explicación de ignorantes que no entienden la realidad, ni como contradicciones
de la ciencia, sino como la revelación de un Dios soberano que no está limitado
por ninguna norma. Como la libre manifestación del único ser verdaderamente
libre, como la poderosa manifestación del ser más poderoso de cuantos hay.
*Idea extraída de “El caso de la fe”, de Lee Strobel.
Segunda objeción.
(1)
Searching Sigues. Nicky Gumble. Pág. 99.
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