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lunes, 17 de diciembre de 2012

Terminando el 2012


No soy profeta, como ya anunciaba a principios de este año. El 4 de enero escribía una entrada en la que recapacitaba sobre la que nos venía encima en este simpático 2012 que hemos tenido que pasar todos y ahora, a solo 4 días del fatídico 21 de diciembre, en que los mayas nos anunciaron que ocurriría la fatalidad me gustaría mirar atrás un poco, viendo las previsiones que yo mismo hice hace casi un año, y ver qué ha sido de este año tan “especial”.

Para empezar, tengo varias razones por las que estoy seguro que el 21 de diciembre no terminará este mundo, desde la experiencia de haber pasado por varios vaticinios apocalípticos fallidos hasta la confianza en lo que dijo Jesús acerca de que nadie sabía el día ni la hora. Así que, en opinión de no profeta, podéis respirar tranquilos, no suicidaros y hacer planes para este próximo fin de semana.

Aparte de eso, mirando lo que ha sido este año, y viendo las altas expectativas que tenía, y del optimismo con que me planteaba estos 12 meses en enero, puedo ver cómo, sin dudarlo un segundo, este ha sido el mejor año de toda mi vida. Si tenía una sensación positiva para con lo que iba a pasarme, he sido sobrepasado por las circunstancias y sé que debo sentirme muy agradecido por todo lo que me ha venido en este 2012 que ya casi despedimos.

Estoy mucho más agradecido que nunca por la familia en la que he sido plantado, he sentido su cariño, su apoyo, su amor incondicional en cada momento. No creo que haya manera humana de poder expresar todo lo que he recibido de ellos. Mis padres, mis hermanos, mi abuelo, mis tíos, mis primas, incluso mi vecina Mari, no encuentro las palabras adecuadas para poder agradecer por tanto que he recibido, no solamente en este año, sino durante toda mi vida. 

Tengo que agradecer y reconocer lo precioso que es el poder formar parte del Centro Cristiano de Béjar, el poder apreciar cómo han apostado por mí, el poder sentir su cariño y aliento en cada paso. 

Los estudios en Sefovan están siendo sencillamente emocionantes, estoy mucho más que encantado con mis compañeros, con los profesores, con lo que estoy aprendiendo, no solamente a nivel intelectual, sino de una manera mucho más profunda. 

Hoy mismo hemos pasado las 200000 visitas al blog, sencillamente, es algo que me sobrepasa.

Tengo que estar muy agradecido por los amigos que tengo, por sus hombros impermeables, por sus sonrisas, por sus ánimos y consejos, incluso por las collejas. Por tanto como he recibido de ellos aún habiendo dado tan poco.

Eran muchos los años que andaba detrás de una chica, de una mujer maravillosa de la que, a pesar de las circunstancias en contra, no podía olvidarme. Pues este 2012 ha visto cómo las circunstancias han cambiado de una manera drástica, y ahora tengo una preciosa relación con ella, una esperanza de un futuro juntos y un amor para ella como jamás imaginé sentir.

Es cierto que sigo sin tener dinero suficiente como para sentirme seguro económicamente. Incluso, a pesar de las astronómicas 200000 visitas, no me ha llegado ni un céntimo de euro por esto que hago, ni falta que hace. Pero sí puedo decir y agradecer que en este año no me ha faltado de absolutamente nada, ni siquiera caprichos. Y el no tener seguridad económica me ha llevado a buscar la seguridad en algo mucho más firme que el dinero.

He fallado, he caído, he defraudado, he pecado. Es cierto. Pero he recibido las fuerzas para rectificar, he tenido la mano que me ha ayudado a levantar, he tenido segundas y terceras oportunidades, he sido perdonado mucho más profundamente de lo que jamás llegaré a entender. Este año ha tenido sus oscuridades, sus sombras, sus recovecos. Pero echando la vista atrás, puedo ver que ha sido un buen año, que he recibido muchísimo más de lo que puedo digerir. Echando la vista atrás, puedo ver que, más allá de tanta gente a la que tengo tanto que agradecer por este maravilloso año, hay alguien que está tan directamente involucrado en mí y en mi bien que sencillamente no puedo dejarlo pasar.

Quiero agradecer, desde lo más profundo de mi ser, a Dios. Es a él a quien tengo que agradecer la preciosa familia en la que estoy, porque fue Él quien me puso allí. Es a Él a quien tengo que dar las gracias con todo mi corazón por la Iglesia en la que estoy, por el lugar en el que estudio y todas las personas que están involucradas en él. Es a él y a nadie más a quien debo la gloria por este blog y por lo que en él digo. Es a Él a quien debo reconocer el tener a estos amigos tan cercanos, tan profundamente arraigados en el corazón. Es Él quien ha creado a Rebeca, quien la ha diseñado tan perfectamente, es suya la virtud, es suyo el valor, y es a Él a quien quiero honrar profundamente en mi relación con ella. Es suyo el mundo, es suya la economía, son suyos los gobiernos, es suyo mi bolsillo. El depender económicamente del dador de la vida me hace ver cada día cómo no hay de qué temer. El dedicarme a servir al Dios de dioses me hace comprender que Él se ocupará de mí, que nada me faltará.

Este año 2012, hasta ahora, ha sido tan bueno, tan feliz, tan excelente, que solamente tengo palabras de agradecimiento, de bendición. Probablemente el 2013 no sea tan bueno en todos estos sentidos, no lo sé. Pero sí hay algo que sé, que Dios seguirá estando ahí, que jamás me va a defraudar y que yo he decidido poner mi vida en sus manos, con todo lo que tengo. Lo demás depende de Él.

Un saludo.

jueves, 31 de mayo de 2012

SMILE


Hoy os dejo una preciosa canción que nos vendría muy bien escucharla a todos en los momentos en que pensamos en tirar la toalla. 
Dedicada especialemente a ti, que estás pasando por un mal momento.
¡¡Sonríe!!

Smile, Kirk Franklin

(Dedico esta canción a la recesión,
depresión y al paro.
Esta canción es para ti.)

Hoy es un nuevo día, pero no hay arco iris.
Nada salvo nubes, y está oscuro en mi corazón
y parece una noche fría.
Hoy es un nuevo día, pero, ¿dónde están mis cielos azules?
¿Dónde está el amor y la alegría que me prometiste?
Dime que todo está bien.

(Seré honesto contigo)

Estuve a punto de abandonar, pero un poder que no puedo explicar,
cayó del Cielo como la lluvia.
(Cuando pienso en lo mejor que voy a estar, es cuando ya se ha acabado)

Sonrío, incluso cuando me duele ver, sonrío,
sé que Dios está trabajando, así que sonrío.
Incluso cuando he estado aquí bastante tiempo
(¿Qué haces?)
Sonrío, sonrío...
Es muy difícil mirar hacia arriba cuando has caído tan abajo.
Seguro que odias verte tirar la toalla ahora.
Estás mucho más guapo cuando sonríes, 
así que sonríe.

(No todos los días serán perfectos, 
pero esto no quiere decir que cada día no tenga un propósito)

Hoy es un nuevo día, pero no hay arco iris.
Nada salvo nubes, y está oscuro en mi corazón
y parece una noche fría.
Hoy es un nuevo día, pero, ¿dónde están mis cielos azules?
¿Dónde está el amor y la alegría que me prometiste?
Dime que todo está bien.

(La verdad es...)
Estuve a punto de abandonar, pero un poder que no puedo explicar,
cayó del Cielo como la lluvia.

Sonrío, incluso cuando me duele ver, sonrío,
sé que Dios está trabajando, así que sonrío.
Incluso cuando he estado aquí bastante tiempo
(Aún así)
Sonrío(Aleluyah), sonrío...
Es muy difícil mirar hacia arriba cuando has caído tan abajo.
Seguro que odias verte tirar la toalla ahora.
Estás mucho más guapo cuando sonríes.

Sonríe... por mí.
Tú puedes simplemente sonreir... por mí.
(Donde sea que estés ahora mismo)
Sonríe... por mí.
Tú puedes simplemente sonreir... por mí.

(Y ahora la gente dice...)

Ohohoh, estás mucho más guapo cuando...
Ohohoh, estás mucho más guapo cuando...
Ohohoh, estás mucho más guapo cuando...
Ohohoh, estás mucho más guapo cuando...
Ohohoh, estás mucho más guapo cuando...
(Y mientras esperas...)
Ohohoh, estás mucho más guapo cuando...
(Y mientras oras)
Ohohoh, estás mucho más guapo cuando...
(Mira el espejo)
Ohohoh, estás mucho más guapo cuando...
(Recuerda siempre)
Ohohoh, estás mucho más guapo cuando...
Sonríes.


Estuve a punto de abandonar, pero un poder que no puedo explicar,
cayó del Cielo como la lluvia.

(Situaciones duras, dificultades, lágrimas...
Esto es lo que yo hago)

Sonrío, incluso cuando me duele ver, sonrío,
sé que Dios está trabajando, así que sonrío.
Incluso cuando he estado aquí bastante tiempo
Sonrío, sonrío...
Es muy difícil mirar hacia arriba cuando has caído tan abajo.
Seguro que odias verte tirar la toalla ahora.
(Porque eres un ganador)
Estás mucho más guapo cuando sonríes.
Así que sonríe.

Ohohoh, estás mucho más guapo cuando...
Ohohoh, estás mucho más guapo cuando...
Ohohoh, estás mucho más guapo cuando...
Ohohoh, estás mucho más guapo cuando...
Ohohoh, estás mucho más guapo cuando...


(No solamente quiero que seas feliz...
Quiero que tengas profunda alegría, 
porque nadie podrá quitarte eso.
Nos vemos,
 ¡¡¡SONRÍE!!!)

martes, 24 de abril de 2012

Pobres


El precioso BMW  se deslizaba por la maltrecha carretera rural que les devolvía del agradable fin de semana que habían pasado. El motor de gran cilindrada rugía y hacía girar las cabezas de todos los lugareños con los que se cruzaban, eran gente humilde, de esos que se ganan la vida con sus propias manos.

Miguel había reservado aquel fin de semana para pasarlo con su hijo, David. Tenía la firme intención de que aprendiera a valorar la suerte que tenía por haber nacido en esa familia, con aquella posición de privilegio, que supiera ver que no todo el mundo podía gastar tanto como ellos, que la gente normal sobrevivía con mucho menos. Había hecho ese viaje para que David viera lo pobres que eran aquellas gentes.

El fin de semana pasó. Habían estado en la casa de un familiar lejano con su familia. El pequeño se lo había pasado en grande, todo el día jugando con sus primos y construyendo mundos de fantasía de esos de los que solamente los niños son dueños. Miguel estaba seguro que después de aquella experiencia su pequeño se portaría mucho mejor al ver la suerte que tenía y lo desdichados que eran aquellos pueblerinos.

- ¿Qué te ha parecido el fin de semana, David?

- Me lo he pasado genial, papá. Muchas gracias por este fin de semana.

- Me alegro mucho de que te lo hayas pasado tan bien. – El padre sonrió a su hijo a través del espejo retrovisor. – ¿Has visto lo pobre que puede ser la gente?

- Sí, papá. Lo he visto.

- Y ¿qué has aprendido de este fin de semana?

- Pues he aprendido que nosotros tenemos un perro muy pequeñito, mientras que ellos tienen 4 perros enormes y preciosos. He aprendido que nosotros tenemos una piscina cuadrada y que ellos tienen un río tan grande que nunca se termina. – El gesto del padre comenzó a cambiar.- He aprendido que nosotros tenemos un jardín rodeado por un muro de ladrillos y ellos tienen un jardín que no tiene fin. He aprendido que nosotros tenemos lámparas en el techo porque no tenemos la suerte de tener un cielo lleno de estrellas como ellos. He aprendido que tenemos que viajar en este coche porque no podemos tener un caballo. He aprendido que tengo una habitación llena de juguetes porque no tengo un patio de juego que llega hasta el horizonte. He aprendido que no puedo jugar en la calle porque hay muchos coches y gente mala, mientras que ellos pueden jugar por todo el campo.

El padre ya estaba sin habla.

- Muchas gracias papá. Gracias por enseñarme lo pobres que somos.

jueves, 29 de diciembre de 2011

Carta de un ciego

Oscuridad. Esa es mi vida. Las letras de esta carta sólo puedo distinguirlas en mi mente, ya que no veo la pantalla de mi ordenador.

Nací hace 19 años en Roma, capital del arte y del obsequio a los sentidos. Y desde entonces todo el arte que he visto ha sido la voz de quienes me rodean.

Jamás he visto un amanecer, ni un pájaro de colores mientras entona su bello canto, ni siquiera el famoso Coliseo al lado del cual vivo, y lo que es peor, no he visto la mirada de mi madre.
A cada sensación que me produce mi entorno le falta un marco adecuado, ninguno le queda bien. Aunque pueda escuchar crecer la hierba, me duele no poder admirarla.

Y sé que jamás lo podré hacer.

En cambio, soy capaz de distinguir las formas de lo esencial de la vida. Nunca veré un amanecer, pero puedo admirar el calor del sol sobre mi piel. Cuando escucho el trinar de un pájaro, lo imagino más bello de lo que probablemente es. Soy capaz de ver el Coliseo como fue construído, pues no lo he conocido en ruinas, cada piedra que toco me habla de la historia de mis padres. Y aunque no pueda ver los ojos de mi madre, esos mismos, me llenan de fuerza para afrontar cada día.

Mis amigos me hablan de cómo es el mundo y de cómo son las chicas, y aunque agradezco que lo hagan, mi poderosa imaginación me deja ver su belleza real: esa que se filtra a través de su voz, que se deja ver en sus caricias. Puedo verla también en el sonido del agua, en su tacto, porque aunque nunca la vi, mis ojos verdaderos ya la conocen.

Muchas veces me despierto entre la noche mientras soñaba con que veía un atardecer, tantas veces he deseado poder ver los colores que adornan la naturaleza que, engañado, creía no haberlos visto. Pero debo dar gracias porque, aunque no puedo ver como vosotros veis, puedo entender perfectamente cómo funciona la vida. Puedo viajar sin ningún esfuerzo a cualquier parcela de mis recuerdos. Y gracias a mi ceguera física, mi alma no necesita gafas.

Si lees esta carta, prométeme algo; cuando veas un atardecer, o a un pájaro, o a aquellas personas que quieres, velas con el corazón, siente cómo late y por un momento, olvidate de lo que ves.




Ricardo García y Miguel Ángel Pozo

viernes, 23 de septiembre de 2011

Personas


A menudo paseando entre la gente me siento pequeño, uno más entre millones de personas que llenan mi ciudad, mi país, mi mundo. Me fijo en los hombres, las mujeres, los niños y los ancianos con los que me cruzo, cada uno es tan diferente y a la vez tan similar al anterior. Casi 7 mil millones de personas en esta pequeña mota de este rincón insignificante de una de las miles de millones de galaxias que forman el universo.

Sin embargo, cuando pienso en tanta gente, en los que me encuentro por la calle, en los que veo por la televisión, no puedo evitar el pensar que no solamente son millones de personas, que son millones de maneras de ver la vida, de pensar, de sentir, que son millones de mentes como la mía, como esta que se plantea estas inquietudes. Para mí la vida tiene una interpretación, yo tengo una mente que pasa todo por un prisma que genera mi propia realidad, pero el caso es que tantísimas personas tienen también esos mismos recursos, millones de prismas interpretando una misma realidad. Ciertamente esto es algo que me fascina al mismo tiempo que me hace sentir pequeño ante la ingente cantidad de puntos de vista, de problemas, de desilusiones, de esperanzas, de creencias, de estupideces o de proyectos que puedo estar divisando solamente con abrir los ojos en un paseo por la calle.

Y sabiendo y siendo consciente de solamente una manera de ver la vida y de interpretar lo que veo a mi alrededor, es decir, la mía, me pierdo muchas veces. A todos nos ha pasado más de una vez y de dos el no poder dormir por algo que nos atormenta, por algo de lo que nos arrepentimos, de una ocasión perdida, incluso de la ilusión de algo que esperamos que ocurra al día siguiente, o por algo que no sucedió tal y como pensábamos, inclusive por extrañar alguna persona, o alguna situación. Al menos esto es algo que me pasa a mí. Muchas son las ocasiones en que me planteo y me replanteo todo con la sola compañía de una almohada, como antes decía, son muchas las ocasiones en que, en la soledad de mi mente, me pierdo.

Y esto me hace pensar en qué ocurrirá con el resto de las personas. Banqueros, policías, profesores, jubilados, multimillonarios, indigentes; incluso con los ladrones, asesinos, premios nobel, cosmonautas... Todos y cada uno de ellos tendrá su momento de soledad, en que se plantearán hasta qué punto su paso por este planeta está mereciendo la pena. Me imagino a alguien que teóricamente lo tiene todo meditando acerca de su ruina personal, me imagino el orgullo de alguien que teóricamente no tiene ni para llegar al fin de mes al sentir que es completamente feliz con un abrazo de aquella persona que ama.

Tantas mentes, tantas conciencias, tantos problemas, tanta miseria, tanta humanidad, tanta felicidad, tanta desgracia, tanta imaginación puebla las calles que nos rodean. Cuando paseo y veo a la muchedumbre, me imagino que me cruzo con alguien que va pensando algo parecido a mi planteamiento, y se para a pensar en lo que pueden estar viviendo, pensando o sintiendo las personas anónimas con las que se cruza, y quizá pare en mi, y se pregunte qué pensará este chico, qué se planteará, si habrá una persona que merece la pena detrás de mi piel.


miércoles, 20 de julio de 2011

Perfume o estiércol

En la vida, todos vamos caminando, buscando algo. Probablemente la mayoría de la gente no sabe que anda buscando algo, pero el caso es que todos lo hacemos. Casi siempre ni sabemos qué, pero lo que es seguro que tras algo caminamos en este mundo.

Y durante esta caminata, todos llevamos una bandeja. Cada uno pone en esta bandeja lo que quiere llevar en esta búsqueda. Probablemente la gente vierte en esta bandeja algo que, lo cierto es que a nadie le importa. Eso es una decisión de cada uno, y si una persona quiere llevar perfume o llevar estiércol, nadie es quién para reprochárselo.

El problema llega cuando tropezamos con una piedra, o alguien nos pone una zancadilla. Ahí es donde el resto de la gente se verá salpicada por lo que tengamos en la bandeja, entonces es cuando eso que a nadie le importaba, en un principio, salta por los aires y riega todo y a todos los que rodeamos a la persona que tropieza. Si es perfume, el resto quedarán contentos y satisfechos por haber sido rociados con tan aromática esencia; si es estiércol, todo el mundo se verá asqueado por los excrementos que volarán por los aires manchando todo a su paso, por no hablar del olor nauseabundo que impregnará el lugar.

Esta bandeja es nuestro corazón. Y todos llevamos algo dentro, una esencia de flores, excrementos o algo intermedio. Esto es así en todos los casos, todos lo hacemos. Y si guardamos rencor dentro, apatía, oscuridad, ira o cualquier cosa que pueda despedir cierto tufo, es algo que, en principio, a nadie debe importarle. Lo mismo ocurre si colocamos en el corazón perdón, amor, amistad, comprensión y bondad. Tanto una esencia como la otra son igualmente viables, una mejor que la otra, indudablemente, pero ambas son posibles y, de hecho, se dan, todos lo sabemos.

Y en cuanto a los tropiezos, las zancadillas o las caídas, sencillamente ocurren. Respecto a eso no podemos hacer absolutamente nada. Nadie se librará, con su buen hacer, de traiciones, de batacazos emocionales, de ruinas económicas, de discusiones incómodas, de lágrimas derramadas. Estos tropiezos sencillamente llegan, también esto es algo que todos sabemos.

Pero también debemos recordar que esto que guardemos en nuestros corazones, en nuestras bandejas, va a salpicar al resto en el momento en que tropecemos y caigamos. Aquellas personas que nos rodean y a quienes importamos, van a ser rociados con la sustancia que guardemos en nuestras bandejas. Rociarlos con perfume, o rociarlos con mierda. Esa es nuestra decisión.

jueves, 12 de mayo de 2011

En esto pensad

Ayer en una reunión, un amigo nos enseñó un vídeo de youtube, un anuncio de una marca que, realmente poco o nada tiene que ver con el mensaje del anuncio, en el que unos hijos preparan a sus padres, él ciego y ella con grave deficiencia visual, un día de aniversario de lo más especial. El caso es que ellos, por su condición, eran incapaces de percibir con un sentido, según los estudios, el que más usamos para ser conscientes de lo que hay a nuestro alrededor.

En esta celebración especial, les despertaron en su casa con la Orquesta Filarmónica Internacional. Emocionados, los padres se ilusionaron comprobando la belleza tan brutal que podían percibir con sus oídos, aunque no pudieran ver. Después los llevaron a una fábrica de perfumes en la que pudieron comprobar la delicadeza de las fragancias que podían percibir con el olfato. Su siguiente parada fue en su pueblo natal, pueblo que hacía mucho tiempo que no visitaban, allí tuvieron que reconocer a sus antiguos amigos y familiares solamente con el tacto, poniendo todo su afán en llevar sus sentimientos a la punta de sus dedos. Y por último, el cocinero Martín Berasategui, les preparó un plato exquisito para que aprendieran hasta qué punto se puede apreciar la belleza de la vida a través del gusto. Al final, la frase que resume todo el anuncio es: “hay dos maneras de tomarse la vida, puedes vivir lamentándote de todo lo que te falta, quejándote por el sentido que la vida no te dio. O aprovechar al máximo lo que sí tienes”.

La marca que anuncia, la verdad es que no tiene mucho que ver con la belleza del mensaje.

Me parece una de las mejores lecciones que podemos aprender en toda nuestra vida. Es una buena decisión el dejar de preocuparnos por lo que nos falta y comenzar a disfrutar y a ver todo aquello que tenemos, aquello de lo que nos podemos alegrar. Nosotros podemos ver la magnificencia de una flor, de un cielo estrellado, podemos oler aquello que rememora nuestra infancia, podemos escuchar nuestra canción favorita una y otra vez, y cerrar los ojos para poder sentirla muy dentro, rozando nuestra alma. Podemos degustar la frescura de las fresas, podemos sentir la suavidad de la piel de un bebé, y comprobar, mientras le abrazamos, su suave palpitar, la vida en su pequeño cuerpo.

Hay tantas cosas de las que podemos disfrutar, tantas causas por las que podemos estar agradecidos, tantísimas razones para poner buena cara ante la vida que, ciertamente, en las numerosas circunstancias en que vemos la vida de una manera negativa, solamente demostramos ser unos desagradecidos.

Os aseguro que seremos mucho más felices, tendremos mucha mejor cara ante la vida, incluso nos verán más guapos si solamente nos concentramos en pensar en lo bueno. No estoy hablando de conformismo, estoy hablando de optimismo.

Como decía San Pablo en su epístola a los filipenses capítulo 4 versículo 8:¨Por lo demás, hermanos, todo lo que es verdadero, todo lo que es honesto, todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable,  todo lo que es de buen nombre; si hay virtud alguna, si algo digno de alabanza, en esto pensad.¨

Con esto me gustaría dejaros hoy, con la necesidad que todos tenemos de estar agradecidos por lo que sí tenemos y dejar de obsesionarnos en aquello que nos falta. Pues con todo y con eso, estoy seguro que si los ponemos en una lista, saldrán ganando con mucho las razones para darle gracias a Dios.

Ahí os dejo el anuncio. Olvidaos de la marca, y tratad de no llorar.

sábado, 2 de abril de 2011

Salud, dinero y amor

Hace unos años, estaba yo con mi madre haciendo la compra en un supermercado e íbamos hablando de cuando yo era pequeño. Le comenté que uno de los recuerdos más felices que tengo de cuando era niño es cuando mi madre nos juntaba a mi hermano mayor y a mí en la bañera por las noches, y, en medio de nuestros juegos con el agua y nuestros muñecos, ella llegaba con un bol de leche caliente con pan migado. Se sentaba junto a la bañera y nos iba dando una cucharada a cada uno, mientras proseguíamos con nuestros mundos acuáticos imaginarios. Le dije que aquel era uno de los recuerdos más felices de mi niñez. Rememorar los momentos en que estaba ahí ahí con mi hermano jugando en la bañera con mi madre al lado dándonos la cena realmente me hace feliz. El recuerdo del sabor del pan con la leche es realmente dulce en mi memoria.

Cuando le contaba esto a mi madre, se le humedecieron los ojos. Después que hubiera terminado de narrarle mi recuerdo, con los ojos llorosos y la voz temblorosa me preguntó: “cariño, ¿sabes porqué os daba de cenar leche con pan?”. Cuando vio que la miraba extrañado, me contestó: “porque no tenía nada más para daros.”

Saliendo de la trágica situación de una madre que no tiene más que pan y leche para alimentar a sus hijos, aún en medio de la desesperación que ella seguramente estuviera pasando en esos momentos, yo recuerdo que era completamente feliz. Para mí todo era perfecto. Yo no necesitaba más que aquello. Un filete o un plato de patatas fritas no me habrían hecho más feliz, de hecho, dudo que hubiera habido nada que, al menos en mi recuerdo, me hubiera sabido mejor. Quizá por mi ignorancia y mi inocencia, pero yo era feliz en la escasez.

Esto me hace pensar un poco en el concepto de la felicidad. Hay muchos baremos que se pueden usar para medir la felicidad y así, por ejemplo, intentar ver en qué país la gente es más feliz o en qué pueblo de España debemos irnos a vivir para ser más dichosos, pero no creo que sea en alguna manera contabilizable el índice de felicidad de una persona. Es como el caso que me contaba ayer una amiga que un chico le había dicho que la quería un 85%, la sola idea de porcentuar el amor me parece algo insultante a este sentimiento.

Pero tomando alguno de estos baremos, he visto que una de las maneras en que se suele contabilizar la felicidad es en relación al nivel de aprovechamiento de los recursos existentes en cada país. Así, el número uno según este baremo es Vanuatu seguido de Colombia y Costa Rica. España aparece en el puesto número 87 del mundo y Estados Unidos en el 150.

No se hasta qué punto será representativa de la realidad esta tabla, pero me hace pensar. Buscando en los recuerdos y encontrando aquella historia de dos niños en una bañera siendo alimentados con leche y pan, me doy cuenta que la abundancia no da la felicidad, más felicidad da el saber aprovechar lo que se tiene. Hace poco hablábamos de algunos datos que nos dicen la cantidad de gente que vive con menos de un euro al día. ¿Ellos son menos felices que nosotros?, seguramente, como norma, no lo sean.

La famosa canción en que se nos presentan las tres cosas de la vida como “salud, dinero y amor” es un referente de la tendencia a pensar en la felicidad. Si tenemos estas tres cosas, estaremos completos, ya no necesitaremos nada más. Yo no creo que sea así. Pienso que, muchas veces, la felicidad no depende de lo que tienes, ya sea en el campo del dinero, del amor o de la salud, sino qué haces con lo que ya tienes. Es más importante saber apreciar lo que posees y administrarlo de una manera sabia que el tener mucha salud, una cuenta corriente con muchos ceros o una novia que te quiera más que a su vida.

Pero yo creo que más que todo esto, tu felicidad depende de en qué o en quién confíes para alcanzarla, en qué será tu bastón, tu apoyo. He visto a mucha gente, incluyéndome a mí mismo muchas veces, hundido por haber confiado en la persona equivocada. Porque hay una cosa que está clara, todos fallamos alguna vez, todo el mundo va a fracasar si intenta ser un ejemplo perfecto o alguien digno de total confianza.

Para ser feliz, necesitas ser consciente de lo que tienes, saber valorarlo y apreciarlo, aprender a aprovechar tus recursos de todo tipo al máximo, tener cerca a alguien que sepa apoyarte y comprenderte y elegir con mucho cuidado en quién confiarás. Alguien digno de completa fe, alguien que sepas que jamás te va a fallar. Yo ya he encontrado a esa persona.

Que seáis muy felices.

viernes, 4 de febrero de 2011

Los Golquis


Dejadme que os presente a los golquis.


Estos simpáticos seres microscópicos viven entre nosotros desde tiempos inmemoriales. Sus diminutos cuerpos llevan miles de años pasando desapercibidos entre nuestros mastodónticos ojos y jamás hemos sabido que los golquis están ahí.

Su fisionomía es básicamente bufonesca, son de color verde, tienen un solo ojo que se separa de la gran cabeza por una antena rodeada de una pequeña mata de pelo que parece un matojo rojo, una gran boca siempre sonriente llena el espacio de su enorme cara, dos brazos bastante largos para su tamaño que terminan en 3 dedos rechonchos y 4 patas terminadas en otros 3 dedos cada una que salen de un rollizo tronco. Se suelen vestir con pequeñas telas de colores que fabrican en las factorías que suelen construir entre las arrugas aprovechando los pequeños pedazos de piel que se desprenden de nuestro pellejo.

Suelen organizarse en pequeñas tribus lideradas por el más anciano del lugar, que suele tener entre los 30 y los 35 años. No se diferencian por sexos y se reproducen mediante una especie de esporas que se clavan en la cera de nuestros oídos y se alimentan de sus nutrientes hasta que son lo suficientemente grandes para poder salir y alimentarse de nuestro sudor.

Siempre parecen alegres porque siempre sonríen y se comunican entre ellos con bromas. Jamás ha salido un comentario negativo de sus labios, de hecho, en golquiano, el idioma de nuestros amigos, no existen las palabras feas o que digan algo malo, si siquiera saben decir que no.

Su vida es bastante aburrida, se pasan todo el tiempo andando por nuestros cuerpos buscando algo interesante que hacer, pero rara vez encuentran algo que les guste. Al ser tan pocos viviendo en cada hombre, muy pocas veces se encuentran entre ellos y, de hecho, no conocen a ningún golqui que no viva en su mismo humano.

Una de las labores más importante que tiene el jefe golqui de la tribu es el de usar las “paletas rojas”. Estos instrumentos son algo así como unos megáfonos que introducen en una esquina especial de nuestros oídos, cerca de donde nacen sus crías. Allí dan órdenes al humano que les da la vida y que les sirve de hogar, alimento y protección. Con estas herramientas, los golquis ordenan a su benefactor qué es lo que deben hacer, hacia dónde dirigirse, qué tipo de alimentos comer para que el sudor sea lo suficientemente nutritivo para ellos, etcétera.

Es curioso cómo los humanos no saben absolutamente nada acerca de los golquis, ni siquiera conocen su existencia, es curioso porque realmente los humanos están siendo controlados por estos minúsculos seres, es curioso porque los hombres y las mujeres, cuando creen que están pensado y tomando decisiones cada día, realmente están siendo marionetas de quienes desean que tengan un sudor más rico. Es curioso cómo los hombres y las mujeres, realmente somos producto de los deseos de un ser microscópico, realmente somos ellos sin saberlo.

Y el jefe de los Golquis, aquel que nos ordena qué debemos hacer, desconoce la identidad de los otros jefes, de hecho, desconoce completamente a otros golquis que no sean los de su tribu en el humano donde viven. Realmente nuestra civilización es la civilización de los golquis, jefes de tribus que controlan a hombres y mujeres para relacionarse con otros sabiendo que son dominados por otros jefes de tribus, a los cuales ni siquiera conocen.

Pero lo cierto es que los golquis, aunque se pueda pensar que tienen todo para ser felices, son muy desdichados. Sus grandes caras sonrientes solo ocultan la amargura de su corazón, pero nunca pueden dejarse ver como realmente son, criaturas solitarias y tristes que gastan sus vidas en alimentarse y pasear, que dominan a unos seres enormes que no llegan a verlos y mucho menos a comprenderlos. Los humanos jamás sabrán de su existencia, jamás podrán apreciarlos. Pero lo peor de todo es su aparente felicidad. Así como ningún jefe golqui sabe quién es el que controla a los otros hombres con los que interactúa su marioneta, ningún golqui sabe que tan triste como él es, así son sus compañeros. Pero todos los golquis deben seguir siendo felices, no pueden expresar lo que realmente sienten porque en su idioma no existen palabras para hacerlo. Todos tienen miedo a que si dicen lo desgraciados que son, el resto los desprecien por no saber ser felices, por no saber ser golquis.

Estos seres tan minúsculos y graciosos, que no solamente viven en nosotros, sino que además se aprovechan de nuestras pieles, cera o sudor, están siempre tan tristes que su sonrisa de felicidad realmente es una mueca, una máscara que se ponen para no enfrentarse a su realidad, que cuanto más felices quieren aparentar, más triste está su corazón.

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