jueves, 9 de enero de 2014

Propósitos

Apuntarme al gimnasio, aprender inglés, salir a correr, dejar de fumar, comer sano o dedicar más tiempo a mis seres queridos. A la mayoría de nosotros nos gusta hacer balance de lo que hemos hecho el año anterior y tener propósitos que queremos cumplir para el nuevo año que entra. Y esto es porque, en mayor o menor medida, reconocemos que no lo hemos hecho tan bien como hubiéramos deseado en el año que se nos ha agotado, y que tenemos una nueva oportunidad de volver a intentarlo en el que estrenamos, y ahora ya sí sabemos que si nos esforzamos en eso en particular, saldremos ganando. Buenos propósitos, ganas de mejorar, sanas ambiciones.

Otra cosa es que lo pongamos en práctica.

Según las estadísticas, los gimnasios se llenan a primeros de enero, las academias de idiomas se abarrotan al comenzar cada año, las tiendas de deporte hacen su agosto, incluso se acuden mucho más a los métodos más variopintos de dejar de fumar. Pero la potencia que hemos adquirido a base de polvorones y buenos deseos, apenas dura un par de semanas, con un poco de suerte, tres. Así que, lo más probable, es en un año, estaremos pensando más o menos en los mismos propósitos para el 2015 y pensaremos que, esta vez sí, los vamos a llevar a cabo. Pero solo será la inercia de las buenas intenciones y los polvorones, y solamente durarán dos semanas, con un poco de suerte, tres.

Pero siempre quedará ahí, en nuestro corazón, el deseo de cambiar, de mejorar, de ser alguien que no somos y esperamos llegar a ser. Porque, en lo más profundo de nosotros, tenemos la convicción de que hemos sido creados para algo más, que no estamos aquí para cometer una y otra vez los mismos fracasos, que no puede ser que estemos destinados a fallar, a tropezar cada vez, durante toda nuestra vida, en la misma piedra.

No estás aquí para ser un fracaso, un cero a la izquierda. Este año no tiene que ser una ruina, marcada profundamente por tus miserias y por la gran crisis en que estamos metidos. No tienes por qué vivir una vida sin propósito y sencillamente avanzando, sorteando las zancadillas de la vida, a trancas y a barrancas, sin más potencia que vivir la vida hasta que se acabe. Hay algo más alto, más sublime.

El propósito para este año puede ser el ser, estar y hacer exactamente para lo que fuiste diseñado. Ese sí es un buen propósito de año nuevo. Y este propósito será un gran fracaso si solamente lo mantienes durante un par de semanas, con un poco de suerte, tres. Y será todavía más fracaso si intentas llevarlo a cabo sin incluir en la ecuación de tu vida al que te diseñó, te puso donde estás y está llamando a tu puerta esperando a llenar tu vida de sentido.


...yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia.
Jesús (Juan 10:10)

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