jueves, 28 de febrero de 2013

El viaje en tren


El tren resoplaba con la fuerza de un millar de caballos. La densa nube que dejaba a su paso se podía ver desde kilómetros de distancia. El gran prodigio de la ciencia llevaba a sus pasajeros de un punto a otro de Francia con la perfección de la maquinaria que el avance había provisto para la humanidad.

En un vagón, un universitario que volvía a su hogar para disfrutar de las vacaciones estivales con su familia, leía un manual de ciencias con avidez. Desde siempre le había encantado la naturaleza, su meta más alta era la de llegar a ser como uno de esos grandes catedráticos que sabían absolutamente todo acerca de la vida, que habían estudiado hasta los más recónditos rincones de la existencia y poseían la verdad que después enseñaban a sus alumnos. Le encantaba saber explicar el por qué de las cosas.

A su lado, un anciano de unos 70 años leía con mucho interés un libro bastante gordo, de tapas oscuras. Un marca-páginas rojo colgaba entre las páginas corroídas por el uso. En seguida, identificó el libro que leía el viejito, era una Biblia. Se fijó un poco, estaba abierta por el evangelio de Marcos. El chico esbozó una sonrisa y dejó escapar un soplido ante la lectura de aquel anciano. No era posible que aún siguiera aquella gente creyendo toda esa clase de patrañas.

- Perdone, señor. – El anciano llevó cansinamente un dedo a la zona donde estaba leyendo para no perderse antes de levantar la vista con una sonrisa en el rostro.- ¿Usted aún cree en ese libro con toda esa sarta de fábulas y cuentos que es la Biblia?

- Pues la verdad es que sí.- El viejito se quitó las gafas mientras miraba al joven a los ojos, con una sonrisa cándida.- De hecho, creo que esto es mucho más que un libro, que es la Palabra de Dios. ¿Estoy equivocado al creer eso?

- Claro que sí, señor. Si usted dejase de mirar cuentos y estudiase un poco de la Historia Universal, verá que hace más de 100 años, ocurrió un hecho conocido como la Revolución Francesa que demostró la miopía de la religión.- El joven se emocionaba según proseguía en su argumento que, sin duda, dejaría derrotado al pobre viejito ignorante. – La ciencia ha demostrado que el cuento que dice ese libro de que Dios creó el mundo en 6 días es una mentira que solo creen los ignorantes. Debería estudiar un poco de ciencia y entender lo que dicen los científicos hoy en día.

- Entonces, ¿eso es lo que dicen los científicos sobre la Biblia?

- Lo siento, señor. Tengo que bajar ya en la próxima estación, pero me gustaría hacerle llegar algún material para que estudie y entienda un poco lo que dice la ciencia sobre la Biblia y sobre las leyendas y mitos que usted cree. ¿Tiene una tarjeta de visita para que pueda mandarle algunos libros y artículos acerca de esto mismo?

El anciano asintió, mientras se llevaba la mano a la cartera para sacar una tarjeta que le extendió al chico, que la guardó en su bolsillo. Se levantó para dar la mano al joven mientras el tren paraba en el final del camino para el universitario. Fue cuando ya se hubieron despedido y el chico estuvo en la estación que se llevó la mano al bolsillo y se quedó boquiabierto al leer lo que decía la tarjeta:


Profesor Doctor Louis Pasteur
Director General del Instituto de Investigaciones Científicas
Universidad Nacional de Francia

'Un poco de Ciencia nos aparta de Dios.
Mucha, nos acerca a Él'

2 comentarios:

Javier dijo...

Impresionante como siempre Pozo.

El Tío Poe dijo...

Muchas gracias, de verdad!

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