Represión, avaricia, hipocresía, restricciones, política,
acaparación, destrucción de la libertad, guerras, egoísmos, matanzas, pobreza,
desidia, afán de superioridad, injusticias, ansia de controlar a los demás,
uniformidad, diferentes varas de medir, destrucción, mentiras, maldad, juicios
falsos, guerras fratricidas, impuestos a los pobres para enriquecerse unos
pocos, inquisiciones, muerte a los infieles, violaciones, aprovecharse del débil,
amar el poder y a los poderosos, callar ante atrocidades, incluso aplaudirlas,
asesinar a los disidentes, cerrar bocas a fuego, retrasar el avance de la
ciencia, sembrar la discordia, hacer el mal, amar más el dinero y el poder que
a las personas, prevaricar, pasado, felizmente pasado…
Puede ser que esto sea lo que te viene a la mente cuando
escuchas la palabra “cristianismo”. Vivimos en una sociedad que ya ha probado el cristianismo, y
está claro que solamente ha traído miseria, desolación, injusticias, retraso. Pero
eso ya ha pasado (gracias a Dios, dirá alguna mente mordaz), ha pasado y ahora
hemos evolucionado, porque después del túnel debe venir la luz, porque después
de la tormenta, felizmente, llega la calma.
Vivimos en un país, y en un continente, que se tiene por
post-cristiano. Aquello ya lo probamos durante demasiado tiempo, y está claro
que no funcionaba. Ahora somos más listos, la ciencia nos ampara, y todo el
mundo sabe que la ciencia es el enemigo de la fe, luego ahora ya nada de eso
funciona.
Es obvio que hay muchas, muchísimas, demasiadas cosas que se
han hecho muy mal en el seno de la iglesia de Roma, acaparadora de ese mal
llamado cristianismo durante siglos. Y no me corresponde a mí defenderlos, pero
me parece bastante injusta esta postura con los Romanos, es cierto que han
hecho muchas cosas malas, auténticas aberraciones, eso no lo quita nadie, y no
creo que haya más justificación que la de la maldad humana; pero también es
verdad que hay muchas cosas que se han hecho muy bien, es cierto que hasta hace
muy poco tiempo las únicas ayudas que recibían los pobres y desamparados, eran
gracias a la iglesia de Roma, al menos en nuestro país, es cierto que, de una
manera o de otra, se ha mantenido una unidad, una estabilidad en nuestro
continente que de otra manera no habría sido posible.
Pero no es mi intención llamar la atención sobre lo que fue
el pasado de nuestro país, no quiero remover el estiércol y sacar a la luz el
poco bien entre el mucho mal. No quiero llamar la atención sobre el pasado y
sus sinsabores, sobre la miseria o la falta de ella que dejó lo que tú
consideras como cristianismo, quiero llamar la atención sobre el cristianismo
mismo.
El cristianismo no se trata de gente que se cree superior a
otros intentando imponer su criterio, el cristianismo trata de gente que se
sabe inferior intentando ayudar a los demás. El cristianismo no va de los
buenos contra los malos, va de los malos redimidos y perdonados. El
cristianismo no es una sociedad de gente que se tiene por buena, va de gente
que se sabe necesitada, que se sabe salvada, que se sabe perdonada, que se sabe
amada, y que solo quiere que los demás entiendan qué es eso tan grande que
ellos han encontrado. El cristianismo va de Dios mismo buscando pecadores,
muriendo en su lugar. Ese es su valor, el auténtico valor del cristianismo
reside en una horrible cruz, en una tumba vacía. No reside en el oro, en la
elocuencia o en el poder. El cristianismo va de Dios mismo viniendo a buscar lo que se había perdido.
Lo que estoy diciendo es que España, que Europa no es una
sociedad post-cristiana. Lo que estoy diciendo es que nuestra sociedad nunca ha
conocido el cristianismo, lo que ha conocido es una organización que en nombre
del cristianismo ha hecho y ha deshecho el bien y el mal que ha estimado
oportuno.
Seguramente pensarás que el cristianismo ya nada tiene que ofrecer al mundo de hoy en día, pero es precisamente hoy, en esta sociedad en la que vivimos, en donde el cristianismo auténtico tiene mucho más que decir que en cualquier otro momento histórico. Miro a mi alrededor y pienso hasta qué punto nuestro mundo sería mejor si todo el mundo supiera de su bajeza, si tuviésemos a los demás como superiores a uno mismo, si tratásemos de ser el reflejo del amor que Dios nos ha mandado, si buscásemos el bien de los otros por encima del nuestro propio, si viviésemos nuestras vidas como debemos, literalmente, como Dios manda.
Si cuando escuchas la palabra “cristianismo” te viene a la
mente lo que hay arriba, sencillamente debes pensar en si en realidad, alguna vez en tu vida has entendido el cristianismo.
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