El mundo de la ciencia vive días de
sorpresa e ilusión tras la detección de ondas gravitacionales, que
confirmarían la teoría inflacionaria del Big Bang.
Las
observaciones realizadas para medir la radiación de fondo -una señal
que, según los científicos, procede del mismísimo origen del
tiempo- muestran que el universo habría surgido hace 13.800 millones
de años tras una gran explosión que vino precedida de una
“inflación” acelerada.
Antonio Cruz es biólogo y ha
escrito varios libros sobre ciencia y fe. Este experto concedió
una entrevista a Protestante Digital, explicando la importancia del
descubrimiento y sus implicaciones. “Si eso no hubiera ocurrido
esta inflación- dice Cruz- no hubiera sido posible el Big Bang, que
es una expansión de la energía y la materia”.El mundo de la ciencia vive días de
sorpresa e ilusión tras la detección de ondas gravitacionales, que
confirmarían la teoría inflacionaria del Big Bang.
Las
observaciones realizadas para medir la radiación de fondo -una señal
que, según los científicos, procede del mismísimo origen del
tiempo- muestran que el universo habría surgido hace 13.800 millones
de años tras una gran explosión que vino precedida de una
“inflación” acelerada.
Antonio Cruz es biólogo y ha
escrito varios libros sobre ciencia y fe. Este experto concedió
una entrevista a Protestante Digital, explicando la importancia del
descubrimiento y sus implicaciones. “Si eso no hubiera ocurrido
esta inflación- dice Cruz- no hubiera sido posible el Big Bang, que
es una expansión de la energía y la materia”.
“En ese brevísimo tiempo de la
inflación -explica Antonio Cruz- ocurrirían cosas muy raras para la
física. Por ejemplo, la gravedad en ese instante funcionaba al
revés. En lugar de ser atracción, era una repulsión que inflaba el
espacio y el tiempo (...) Estas pequeñísimas variaciones cuánticas
en el espacio-tiempo que se propagan por el universo son los
ecos del primer temblor que dio origen al Big Bang”.
Se
trata de un hallazgo “importante, porque ratifica la conexión
entre lo minúsculo y lo enorme. Abrirá un nuevo capítulo en
la física, en la astrofísica, y en la cosmología”.
Lo que la ciencia está revelando en los
últimos tiempos en el campo de la cosmología y la astrofísica
parece indicar a un origen en el que “todo salió de la
nada”, apunta Cruz. En ese sentido, el relato de la
Biblia, que presenta a un Creador activo en el origen del universo y
de la vida, aparece como una coincidencia
sorprendente.
“Génesis no puede dar información
científica, porque no es un libro de ciencia, pero que no ofrezca
información científica no quiere decir que su información no sea
veraz”, dice Cruz. “Este relato bíblico de la creación, a
pesar de situarse a ras de suelo, desde un punto de vista muy
humilde, no contradice en absoluto los descubrimientos que la ciencia
ha hecho en nuestro tiempo”, añade.
En cuanto a las teorías
del origen, Cruz apunta que la Biblia muestra que “hubo un
principio del universo”, algo que durante muchísimos años la
ciencia negó. “Hasta principios del siglo XX se mantenía
como cierto que el universo era eterno. Tras la teoría del Big Bang
-que reconoce un origen- se han desarrollado otras teorías que
intentan matizarlo. Por ejemplo, la de una expansión y contracción
eterna. Otra es la del multiverso”. Estas teorías que algunos
proponen, apunta Cruz, siguen sin resolver la necesidad de un
creador.
“Hoy tanto la ciencia como el Génesis señalan a
un origen a partir de la nada, y aún el relato de Génesis 1,
entendido adecuadamente, se puede ver como piezas que van
encajando”.
A pesar de que la
ciencia avanza en su sabiduría y conocimiento en cuanto a los
orígenes, hay muchas cuestiones que continúan “envueltas en
el misterio”, dice Cruz. “¿Qué había antes? ¿Cómo de la
nada surgió todo en un instante? ¿Por qué existen leyes físicas?”.
Son preguntas que llevan a reflexionar sobre la posibilidad de una
mente inteligente detrás de la existencia.
Ante la propuesta
de un ateísmo que niega esta posibilidad, Cruz considera que el
debate sobre Dios está más de moda que nunca en el ámbito
intelectual contemporáneo. “La ciencia contemporánea hace
cada vez más difícil ser un ateo intelectualmente satisfecho”
porque “todos los descubrimientos apuntan a una mente
inteligente que fue la causa de todo”.
Sin embargo, en
España no se produce ese debate intelectual. “Hay un muro de
indiferencia que nos aísla del pensamiento filosófico contemporáneo
deísta. No se traducen obras, o si se traen, es en editoriales
minoritarias”, explica Cruz, lo que “priva al lector culto
de reflexionar. Los jóvenes universitarios piensan que el debate
sobre Dios está superado, y se piensa que es irracional ante la
claridad del ateísmo. No nos queremos enterar de que el tema de Dios
está en boga en el campo intelectual”.
“La ciencia
-expresa finalmente Cruz- converge hacia la idea de una sabiduría
detrás de todo. Lo que me preocupa es que esa mente que
llamamos Dios, ¿ha querido revelarse? ¿Y cómo lo ha hecho? Si Dios
nos ha creado tan inteligentemente, creo que es sabio acercarse a
descubrir cuál es su propósito para nosotros”.
Editado por: Protestante Digital 2014
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