Realmente, la rueda de la inutilidad no es tan traumática. Hoy no es igual que
ayer, hoy es jueves, eso quiere decir que tenemos un día menos
de espera hasta el deseado viernes, en que al fin podrás disfrutar
de tu tiempo libre, del merecido descanso después de toda la semana
de trabajo y de esfuerzo. Desde luego hoy no es igual que mañana,
mañana será viernes. ¡Viernes significa fiesta! Mejor aún, viernes significa
primer día de fiesta, aún quedará el sábado, la diversión está
garantizada. El alcohol, los amigos, el placer, las drogas, los
bailes, las largas conversaciones hasta las tantas de la madrugada,
la ausencia de preocupaciones. ¿Cómo puede cada día ser igual que
el anterior? Este rey, desde luego, no tenía mucha idea de lo que
pasa hoy en día.
Pues
este rey disfrutó mucho más que tú y que yo. Este rey se entregó
al alcohol, a las drogas, a gozar con mujeres, tuvo esclavos y esclavas por cientos, disfrutaba a su antojo de cuantas
riquezas se podía imaginar, tenía palacios, jardines, fuentes,
parques para hacer barbacoas con los amigos. Este rey perdió la
razón detrás de su propio placer, se deshizo de toda su cordura
para, sencillamente disfrutar, sin pensar en nada ni en nadie más.
No hubo nada que quisiera que no tuviera, ni un antojo que no pudiera
alcanzar. Para él, cada día era viernes por la noche, con la
billetera llena y toda la atención de cuantas mujeres, amigos y
esclavos gustase. No hubo nada ni nadie que se le resistiera. Después
de todo, había trabajado mucho para conseguir todo aquello de lo que
ahora disfrutaba, merecía disfrutar del fruto de su trabajo.
¡Ahora
sí que admiro a este hombre!,
pensará algún amante de las fiestas. ¡Así
sí que se vive bien!, sin preocupaciones, con todo lo que desees,
sin límites, con todos los que deseas a tu disposición, sin dejar
de gastar, de consumir, de disfrutar. ¡Eso sí que es vida! Seguro
que mandó al garete esta rueda de la inutilidad al descubrir el
eterno viernes por la noche.
Hubo
algo que descubrió este sabio rey al considerar su vida en el tiempo
que aún le duraba la sobriedad entre fiesta y fiesta. Había
trabajado mucho para conseguir aquello que estaba dilapidando, todo
el esfuerzo de su vida, estaba siendo gastado en algo que, en ese
momento, solamente le traía dolor de cabeza y malestar al tratar con
el rastro etílico del día anterior. Cada día gozaba de menos
salud, dinero, atención, placer y satisfacción que el día
anterior. Cuando lo hubo probado todo, pudo ver que aquello que antes
le parecía como el Valhalla, pasó a ser lo más normal, para
terminar siendo una droga, un veneno que le corroía por dentro sin
dejar nada más que remordimientos a su paso. Cuando pasaba el
alcohol, la resaca destruía, cuando pasaba el efecto de la droga, la
necesidad de más degollaba su alma, cuando pasaba el sexo, la
culpabilidad campaba a sus anchas, cuando pasaban las noches con
falsos amigos de fiesta, la soledad venía para robar y para
destruir. Cuando pasaba la falsa sensación de vida, ésta se quitaba la
máscara y era la muerte la que aparecía, con los dientes más
afilados que nunca, con más hambre de destrucción que el día
anterior.
Cuando
el viernes por la noche dejó de ser tan novedoso, sino que se
convirtió en la norma, el sabio rey encontró que, a fin de cuentas,
ese viernes solamente constituía otra porción más dentro de la
rueda de la inutilidad, en la que su propio placer era solamente la
antesala de su propio dolor, en que la compañía de los amigos
comprados con fiesta y alcohol era únicamente la soledad vestida con
traje de gala, para después volver con toda su furia y crudeza a
asolar el corazón desnudo y afligido.
Al
dar el primer paso en su búsqueda tratando de experimentar el placer
y yendo detrás de los deseos de su corazón para lograr escapar de
esta rueda implacable que arrolla todo, este sabio rey descubrió
que, abandonándose al lujo, a la fiesta, al desenfreno, sin pensar
más allá, tratando de, sencillamente gozar del fruto del trabajo y
de las mieles del éxito, mirando únicamente
debajo del sol, lejos de traer satisfacción, trae frustración,
lejos de dar sentido a la vida, solamente la hunde más y más en un
pozo del que no se puede salir, lejos de escapar de la rueda de la
inutilidad, te mete más en ella y te entierra en lo más profundo de sus
entrañas. El buscar el placer y correr detrás de los deseos del
corazón, solamente hará que te sientas desdichado, incapaz, vacío
y sin más consuelo que volver a perder la razón tras el veneno que
te tortura.
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