jueves, 16 de octubre de 2014

De los ni-ni a los in-in

Se habla mucho de los jóvenes ni-ni (ni estudian ni trabajan) pero en realidad lo que se lleva es la moda de los adultos in-in, indefinidos e intolerantes.

El problema hoy en día es definirse, posicionarse de forma clara frente a otros. Se lleva el “todo vale”, donde el teórico tolerante es capaz de asimilar cualquier idea salvo aquella que cuestione el fondo de las suyas propias.

El/la in-in viene a querer decir algo así como esto:
Si yo soy tolerante y acepto cualquier cosa, ¿quién eres tú, repugnante intolerante para decir que crees algo concreto, que estás convencido de alguna idea, que te crees capaz de creer y tomar una postura y defenderla saliéndote de mi planteamiento? Sin ninguna duda (yo sí puedo definirte) eres orgullos@, prepotente, inquisidor/a, excluyente y desde luego fundamentalista. No como yo, que sé lo que los demás deben pensar, la indefinición que hay que asumir, y el relativismo de ideas que TIENES que aceptar para entrar en mi tolerancia incuestionable.

El/la in-in considera en el fondo que tiene la verdad absoluta de que todo es relativo y lo que los demás deben pensar o no pensar dentro siempre de ese marco.

Sabe integrar en su sistema cualquier idea (por muy opuesta o contradictoria que sea) en una especie de Torre de Babel en la que convivan bajo el paraguas del amor, la convivencia, la unidad o la tolerancia como etiqueta.

Presume de aceptarlo todo, pero es incapaz de respetar la realidad de que la diversidad no se vive dentro de una armadura, sino en la posibilidad de elegir cada uno su traje, en el que cada cual decide con quién quiere y no quiere caminar.

Hoy en día vivimos rodeados de in-in, de forma que quien se atreve a opinar de manera diferente cuestionando a lo estipulado es tachado/a de opresor/a, y se le condena. No se trata de quién tiene razón, sino de la posibilidad de elegir coincidir o no, permanecer o no, elegir dónde y con quién estar.

Y quien se atreve a ser coherente con sus ideas negando el relativismo in-in es acusado de “imponer” sus ideas por simplemente defender la libertad de conciencia y negarse a que otros le impongan su forma de pensar.

Los in-in en el fondo defienden un pensamiento único en el ellos son quienes dictan las normas, imponen un relativismo absoluto y crean un sistema de pensamiento en el que todo tiene cabida siempre y cuando no vaya contra la filosofía de su sistema.

Si Jesús hubiese sido in-in, nunca habría dicho y hecho lo que dijo e hizo. Aunque, está de más decirlo, tampoco habría sido crucificado.


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