Se
habla mucho de los jóvenes ni-ni (ni estudian ni trabajan) pero en
realidad lo que se lleva es la moda de los adultos in-in,
indefinidos e intolerantes.
El
problema hoy en día es definirse, posicionarse de forma clara frente
a otros. Se lleva el “todo vale”, donde el teórico tolerante es
capaz de asimilar cualquier idea salvo aquella que cuestione el fondo
de las suyas propias.
El/la
in-in viene a querer decir algo así como esto:
Si
yo soy tolerante y acepto cualquier cosa, ¿quién eres tú,
repugnante intolerante para decir que crees algo concreto, que estás
convencido de alguna idea, que te crees capaz de creer y tomar una
postura y defenderla saliéndote de mi planteamiento? Sin ninguna
duda (yo sí puedo definirte) eres orgullos@, prepotente,
inquisidor/a, excluyente y desde luego fundamentalista. No como yo,
que sé lo que los demás deben pensar, la indefinición que hay que
asumir, y el relativismo de ideas que TIENES que aceptar para entrar
en mi tolerancia incuestionable.
El/la
in-in considera en el fondo que tiene la verdad absoluta de que todo
es relativo
y lo que los demás deben pensar o no pensar dentro siempre de ese
marco.
Sabe
integrar en su sistema cualquier idea (por muy opuesta o
contradictoria que sea) en una especie de Torre de Babel en la que
convivan bajo el paraguas del amor, la convivencia, la unidad o la
tolerancia como etiqueta.
Presume
de aceptarlo todo, pero es incapaz de respetar la realidad de que la
diversidad no se vive dentro de una armadura, sino en la posibilidad
de elegir cada uno su traje, en el que cada cual decide con quién
quiere y no quiere caminar.
Hoy
en día vivimos rodeados de in-in, de forma que quien se atreve a
opinar de manera diferente cuestionando a lo estipulado es tachado/a
de opresor/a, y se le condena. No se trata de quién tiene razón,
sino de la posibilidad de elegir coincidir o no, permanecer o no,
elegir dónde y con quién estar.
Y
quien se atreve a ser coherente con sus ideas negando el relativismo
in-in es acusado de “imponer” sus ideas por simplemente defender
la libertad de conciencia y negarse a que otros le impongan su forma
de pensar.
Los
in-in en el fondo defienden un pensamiento único en el ellos son
quienes dictan las normas, imponen un relativismo absoluto y crean un
sistema de pensamiento en el que todo tiene cabida siempre y cuando
no vaya contra la filosofía de su sistema.
Si
Jesús hubiese sido in-in, nunca habría dicho y hecho lo que dijo e
hizo. Aunque, está de más decirlo, tampoco habría sido
crucificado.
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