Soy cristiano, católico, apostólico y bejarano.
Soy cristiano porque he decidido libremente y sin
ninguna coacción confiar plenamente en el sacrificio de Cristo para pagar mi
culpa, porque he decidido creer en lo que dice la
Biblia y tratar de obedecerlo, porque he
confesado que soy pecador, inmerecedor de ningún favor de parte de Dios, porque
me he arrepentido de mis pecados y porque tengo la firme esperanza de estar con
él por toda la eternidad.
Soy católico porque formo parte de la comunidad
de los fieles de Cristo. Católico significa “universal”, es decir, que la
iglesia católica es literalmente la iglesia universal, la de todo el mundo, la
que aglutina a todos aquellos que verdaderamente han confiado en Cristo para
pagar su mal. Así que, por mucho que se haya adueñado de esta palabra la
Iglesia de Roma, yo no sigo sus
catecismos y para nada me pueden considerar como un integrante más de ellos,
pero soy católico, formo parte de la
Iglesia universal, no de la del obispo
de Roma, sino de la de Cristo.
Soy apostólico porque Dios me ha enviado a
proclamar las buenas noticias. Apóstol significa literalmente en griego
“enviado”. Y es en este sentido que lo soy. En el capítulo 28 del Evangelio de
Mateo, el 24 del de Lucas y en el primero del libro de los Hechos de los
apóstoles, Jesús les ordena, y por ende, a su Iglesia católica (en el sentido
que antes he explicado) a ir por todo el mundo a predicar el evangelio (en
griego, las buenas noticias) a hacer discípulos y enseñarles lo que él les
mandó, a bautizarlos en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo y les
prometía su ayuda y su poder para esta misión. Pues bien, tengo la profunda
convicción de que esta misma tarea me toca cumplirla, y que Jesús mismo me la
encomendó como parte de su iglesia. Así que soy enviado por él, soy apostólico.
También soy apostólico porque sigo las enseñanzas de los apóstoles, aquellas que trasmitió personalmente Cristo. Y estas son ni más ni menos que las que ellos mismos escribieron en el Nuevo Testamento, porque esta es la base de mi fe y no la de invenciones y tradiciones humanas.
También soy apostólico porque sigo las enseñanzas de los apóstoles, aquellas que trasmitió personalmente Cristo. Y estas son ni más ni menos que las que ellos mismos escribieron en el Nuevo Testamento, porque esta es la base de mi fe y no la de invenciones y tradiciones humanas.
Y soy bejarano porque tengo el
inmenso privilegio de vivir en una ciudad tan bonita y acogedora como Béjar.
Para esto no creo que haga falta profundizar mucho, sobran las palabras.
Y digo esto porque hoy es el día de la
Reforma , porque tal día como hoy de 1517, el
entonces monje agustino Martín Lutero clavó en la puerta de la iglesia de
Wittenberg, en Alemania, las 95 tesis que servirían de trampolín para cambiar
el mundo. Digo esto porque somos, no solamente los protestantes, sino todos los
que vivimos en la cultura occidental, herederos de este hecho que cambió la
historia. Y es que la iglesia de Roma no tiene el monopolio de la verdad, como
tampoco la tiene ninguna otra iglesia. Porque la verdad la tiene la
Biblia , porque la Verdad es Cristo, y toda
autoridad, toda religión, todo hombre que vaya en contra de la misma Palabra de
Dios sencillamente está equivocado.
Ya en los primeros días del cristianismo, Pedro,
al enfrentarse a las acusaciones de los líderes judíos y a sus amenazas para
que se estuvieran callados de lo que habían visto y oído dijo: “Juzgad
si es justo delante de Dios obedecer a vosotros antes que a Dios” (Hch.
4:19) Nadie viene de parte de Dios si contradice su Palabra, y eso lo entendió
Lutero a la perfección, hasta tal punto que no dudó en poner su vida en juego
para seguirlo. Él no pretendía dejar la iglesia de Roma, ni siquiera formar una
iglesia nueva, él solo pretendía reformarla acorde con la
Palabra de Dios, de la que nunca debió
apartarse.
Pero él no fue la única voz disonante, ni
siquiera la primera. A lo largo de la
Edad Media , hubo
muchos intentos de reforma, de mejorar las cosas volviendo al origen, a la
Palabra viva y eficaz, intentos que
fueron sofocados por la fuerza y la sangre en tantas ocasiones, y de eso
tenemos experiencia de sobra aquí en España.
Me gustaría comenzar una serie de entradas,
celebrando el 495 aniversario de la
Reforma Protestante ,
indagando y buscando la verdad de todo esto, comenzando por los “intentos de
reforma” anteriores a Lutero, pasando por las circunstancias de la iglesia de
Roma en aquellos días y terminando por la necesidad de ser una iglesia
reformada a diario, basándonos siempre en esta reforma en la
Palabra de Dios.
¡Feliz día de la
Reforma a todos y pasad buen puente!
2 comentarios:
Hola, muy interesante tu blog.
Podrías decirme qué simboliza la Cruz que has elegido y cuál es su origen?
Muchas gracias,
Fabiana
Hola Fabiana, muchas gracias por escribir.
La verdad es que la imagen de la cruz que he elegido para esta entrada no he indagado mucho por ver lo que significa, mi culpa.
Lo que sí que sé es lo que significa La Cruz, y eso mismo puede significarlo esta o cualquier otra, y es la imagen viva de lo que yo merezco por ser pecador y enemigo de Dios y el gran amor de Dios al enviar a Su Hijo a morir en mi lugar, pagando perfectamente la pena tan enorme que yo mismo había contraído. La cruz simboliza el peso del pecado, la dramática sentencia de Dios sobre mí, la justicia pura y santa, así como la misericordia, el mayor amor del mundo, la justicia satisfecha, la salvación gratuíta, la esperanza eterna, la gran noticia. La cruz es el evangelio perfecto, ese que solo demanda de nuestra fe en su validez, esa que cambia lo más profundo de nuestro ser, esa que nos hace pasar de muerte absoluta a vida eterna por pura fe.
Eso significa la cruz.
Un saludo.
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