Si yo hablase lenguas humanas y angélicas,
y no tuviera amor, vengo a ser como metal que resuena, o címbalo que retiñe.
Y si dijera profecías, y entendiese todos los misterios y toda ciencia, y si tuviese toda la fe, de tal manera que moviera las montañas, y no tengo amor, nada soy.
Y si repartiese todos mis bienes para dar de comer a los pobres, y si
entregase mi cuerpo para ser quemado, y no tengo amor, de nada me sirve.
El amor es sufrido, es benigno; el amor no tiene envidia, el amor no es arrogante, no se enorgullece;
no hace nada indebido, no busca lo suyo, no se enfada, no guarda rencor;
no sealegra de la injusticia, sino que se alegra en la verdad.
Todo lo sufre, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta.
El amor nunca deja de ser; pero las profecías se acabarán, y la ciencia acabará.
Porque en parte conocemos, y en parte profetizamos;
mas cuando venga lo perfecto, lo que es en parte se acabará.
Cuando yo era niño, hablaba como niño, pensaba como niño, juzgaba como niño; mas cuando ya fui hombre, dejé lo que era de niño.
Ahora vemos como por un espejo, oscuramente; mas entonces veremos cara a cara. Ahora conozco en parte; pero entonces conoceré como fui conocido.
Y ahora permanecen la fe, la esperanza y el amor, estos tres; pero el mayor de ellos es el amor.
1 Carta de San Pablo a los Corintios, capítulo 13.
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