La verdad me sorprende bastante que una de las palabras más usadas y que más gustan en nuestro idioma, sea una que para nada haya variado a lo largo de los siglos que nos separan de nuestros antepasados con faldas y cascos. Te puedo asegurar que, en un cartel en latín, hay una palabra que podrían entender sin problema un moderno habitante de Albacete y un habitante de la antigua Capua, "Gratis".
Paradójicamente el concepto de “gratis”, es uno de los que más vende en nuestro país. Puedo asegurarte que si preparas un evento, y incluyes en la invitación la promesa de que, de alguna manera, se regalará algo de manera totalmente gratuíta, tienes asegurado un llenazo absoluto, especialmente si lo que es gratis es comida o bebida. No hay más que pararse un momento a buscar en google la palabra "gratis", el resultado, en 0,26 segundos, es de “aproximadamente 1.500.000.000 resultados", y si nos paramos a leer un poco las primeras entradas que aparecen, vemos muestras gratis, películas gratis, descargas gratis, etc.
El encontrar algo gratis es algo que nos alegra el día, pero yo me pregunto, ¿hay 1.500.000.000 empresas o páginas web que trabajan por el feliz sentimiento de alegrarnos el día a los demás? Me parece un poco extraño.
Analicemos un poco las primeras opciones que tuvimos cuando lo buscamos en google. “Muestras gratis”. Eso lo entendemos todos, esta empresa quiere vendernos su producto y, partiendo de la calidad de lo que vende, su estrategia es que renuncia a parte de sus beneficios a priori para mostrar a cuánta más gente posible que realmente merece la pena comprarles, su objetivo es engancharnos para que compremos su producto. Es gratis para que tú les termines pagando lo que te han regalado y más.
En la mayoría de las otras, como sabemos que pasa en las televisiones, cadenas de radio, páginas web y demás, existen una serie de contenidos gratuítos que se sostienen gracias a la publicidad que se hace. Las empresas que pagan esa publicidad, realmente son los que están financiando los contenidos. Este es el caso de este blog que, en mayor o menos medida (más menos que mayor) es pagado por los clics que hagáis en los sponsors (cosa que casi nadie hace, que a mí no me engañáis).
Hay otro tipo de cosas que pueden ser gratis dentro de nuestro querido internet. Hay contenidos que sencillamente son gratis porque sí. Es posible que los creadores de estas páginas web sin publicidad simplemente quieran transmitir un mensaje, hacer publicidad de su negocio o entidad, o cualquier otra cosa.
Y ajeno a internet o cualquier medio de comunicación, hay más maneras que podemos encontrar algo gratis, podemos regalar una flor a nuestra novia porque la queremos, o porque queremos pedirla perdón por algo que hemos hecho, o porque tenemos pensado pedirle algo en un futuro próximo y vemos necesario el “ablandar el terreno”. Podemos invitar a un amigo a un café porque de esta manera podremos disfrutar más tiempo de su presencia, porque queremos tratar un tema importante con él o porque sencillamente él lo pagó ayer y hoy nos toca a nosotros. Podemos regalar un juguete a nuestro hijo porque queremos que disfrute jugando con él o porque deje de molestarnos mientras intentamos trabajar. Hay miles de motivos por los cuales podemos regalar algo, miles de razones por las que usar esta palabra mágica, “gratis”.
Hubo un día en que estaba con unas compañeras de universidad y estabamos buscando un sitio para comer. El caso es que yo conocía un sitio en Salamanca en que unos amigos tienen una asociación que dan de comer a los estudiantes de una manera gratuíta. Cuando se lo plantee rechazaron de pleno la opción, desconfiaban de un lugar en el que ofrecían comida gratis. Un tiempo después me planteaba la cuestión. Realmente ellos no estaban dando la comida gratis. A ellos sí que les costaba, ellos invitaban a los que quisieran a comer, pero la comida para nada era gratis.
Cuando el sábado hablaba del accidente que sufrí hace casi 4 años, podría pensarse que ese accidente no tuvo consecuencias, que aquello fue gratis. Es posible que sobre mí no tuviera las cosecuencias propias de lo que ocurrió, pero os puedo asegurar que aquellas consecuencias fueron pagadas, quizá no por mí, pero sí por mis padres. Aquello no fue en valde, eso está claro.
Todo esto me hace pensar hasta qué punto llega la realidad de la palabra “gratis”. En unos casos, es solamente un reclamo para que quién te ofrece lo que sea sea compensado con tu dinero y tu fidelidad, en otros es, de alguna manera una manera de atraerte hasta otro sitio que sí que pagará a su intermediario, en otros casos es una manera de pedir perdón u otros cientos de cosas. En casi todos los casos es simplemente un medio para lograr un fin.
En los menos casos, la gratituidad es solamente para el que lo disfruta, mi amigo me regala algo por mi cumpleaños. A mí no me cuesta nada ese regalo (en principio, porque podría derivarse que este amigo espera que yo le regale algo por su cumpleaños, incluso que le invite a algo para celebrar este día con él, ya que él me ha regalado algo), pero a él sí que le cuesta, para él no es gratis, la cuenta corre de su bolsillo.
Así que, pensemos un poco,¿realmente hay algo que sea “gratis”?. ciértamente, lo dudo bastante. Por otra parte, tendemos a despreciar lo que conseguimos sin esfuerzo, pero yo creo que deberíamos comenzar a fijarnos que, de todo lo que podemos conseguir sin mover un dedo, hay alguien detrás que ya pagó la cuenta, y esa cuenta, la mayoría de las veces, costó mucho esfuerzo.
2 comentarios:
Nuevamente te doy toda la razón
Genial,sencillamente ;D
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