“Desde el día en que fui concebido, lo supe. Había sido
engendrado para dominar, para que el mundo conociera mi nombre y para que todos
se rindieran a mi voluntad. Todos y cada uno de los vivientes han de doblegarse
a mi mandato, sin rechistar.”
Se levantó de su escritorio, con ímpetu, con determinación. Parecía
que las palabras que venían a continuación iban a ser la declaración más
importante de su existencia. Cerró los ojos, mientras levantaba los brazos hacia el cielo.
“El temor a mi poder hará que todos me teman, que cada alma
se obligue a amarme por miedo a mis represalias, a mi magnificencia.”
“Los gobiernos rechazarán su poder en mi favor, los políticos
comprenderán que fuera de mí no hay opción posible, que deben unirse al supremo
poder que ostento o sencillamente perecer. Nada valdrán los votos, nada la
opinión de la masa manipulable e idiotizable, nada de la demagogia barata, nada
de los engaños basados en sutilezas, solamente contará una cosa, YO. Solamente YO seré la verdad, y lo que cuenta o lo que no cuenta dependerá de la pureza y la
potencia de mi voluntad. Atrás habrán quedado los gritos por las calles
pidiendo libertades que no saben disfrutar. Atrás habrán quedado los vicios
colectivos influidos por los medios de ignorización. Atrás las mentiras en
masa. Solamente una cosa será real, valiosa, auténtica. Mi voz. Mi orden. Mi presencia.”
“YO.”
Apuñaló con un fuerte puñetazo el escritorio del
imponente despacho. Tras un pequeño silencio, continuó hablando mientras abría
lentamente un cajón y observaba, de espaldas a sus asustados espectadores, su contenido.
“Las balas dejarán de silbar, las rojas flores de muerte
dejarán de asesinar a los hombres por la avaricia y la codicia. Los proyectiles
dejarán de destruir con explosiones cargadas de odio. Las minas dejarán de
mutilar inocentes con la potencia de la amargura. La guerra cesará, porque ya
no habrá necesidad de luchar por un bien mayor, por los intereses de nadie. YO
los defenderé, YO velaré por ellos. Los tanques servirán para arar los campos,
los aviones destructores llevarán la esperanza a los rincones del mundo. Las espadas
serán fundidas para crear azadas que transformen los cráteres de la pasada ruina en
fértiles campos de ilusión. La sumisión total a mí traerá bonanza a este mundo
como jamás ha conocido. La única arma que será empuñada será la verdad, mi
verdad, la que YO decrete. Y en base a este arma, el mundo será pacificado con
determinación y sin dudar.”
Introdujo la mano en el cajón y sacó una pistola que enseñó
a sus invitados. Continuó hablando mientras la observaba detenidamente y jugueteaba con ella.
“Los sacerdotes dejarán de existir, la fe dejará de ser
necesaria para esta humanidad dolorida de latigazos. El culto a cualquier ser
que use a sus siervos ignorantes para recibir la gloria que no le merece será
desterrada de entre los hombres. La ciega vanidad de aquellos que dicen tratar
de agradar a algún dios acabará. Las atrocidades cometidas en nombre de la fe
claudicarán. La felicidad y la bendición de la humanidad vendrán de no volver a
rendirse ante falsos dioses, de no volver a doblar rodilla ante un farsante más.
Solamente YO seré digno de la adoración de todos. Solamente ante mí se inclinarán.
Y lo harán. Todos. Ante el único digno de toda la alabanza, de toda la gloria,
de toda la adoración, de todo el reconocimiento.”
“YO.”
Habiendo enfatizado conexagerada potencia la palabra “yo”, miró por última vez a la cara de cada uno de sus acompañantes,
que le observaban estupefactos sin perder ni una de sus palabras.
"YO he hablado."
Y entonces, con la misma determinación con que pronunció tan fuertes sentencias, se volvió, guió el cañón de su arma a su sien y apretó el gatillo,
poniendo con un sordo y rojo sangre ruido fin a aquel discurso.
2 comentarios:
impresionante...me ha encantado
Un abrazo y enhorabuena!!
impactante!!
:DD me ha dejado loca xD, esta genial!
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