Un grupo de mujeres
campesinas pasaban la calurosa mañana haciendo surcos en los huertos que habrían
de dar de comer a ellas y a sus familias. El calor apretaba y el agotador
trabajo pasaba factura en las sufridoras agricultoras. Iban siendo las 12 de la
mañana y el sol llegaba a su momento álgido. Le tocaba a ella ir a por agua al
arroyo cercano.
- Que no vaya Asia, ella
no es musulmana y va a contaminar el recipiente con el que traiga el agua. Nos
va a contaminar a nosotras también. – Dijo una de las mujeres, la esposa del imán.
Aquello levantó a las demás.
Quizá no se habían dado cuenta antes de decidir los turnos para ir a por agua,
pero ahora ellas también estaban empezando a ver que si bebían agua
del recipiente que había cargado y llenado aquella infiel, seguramente se
contaminarían y entraría algún demonio en su cuerpo a hacer mal. El revuelo estalló y entre todas hicieron un corro a la infiel. Ella pidió la
palabra para que callaran un momento y la dejaran hablar.
- Amigas, yo no voy a
contaminar el agua por ser cristiana. Yo creo en Cristo, creo que él murió en
la cruz por mí. – Ellas parecía que escuchaban. - ¿Qué ha hecho Mahoma por
vosotras?
El silencio era sepulcral.
Parecía que aquellas mujeres estaban pensando en la pregunta que les había
hecho Asia y, claro, la respuesta no favorecía para nada al Islam. Hasta que la
mujer del imán se adelantó a ellas y acusó a la infiel de haber dicho una
blasfemia.
- ¡Ha blasfemado contra el
nombre del profeta! ¡Blasfemia! Blasfemia!- El resto de las mujeres, poco a poco,
fueron dejando de pensar en lo que les había preguntado Asia y uniéndose a la
ciega acusación, a la mentira gritada que domina el mundo. - ¡Blasfemia! ¡Blasfemia!
Con aquellas mismas
valientes palabras con que les había retado Asia fueron a ver al imán. Él dio
la razón a su mujer, aquello había sido una blasfemia contra el profeta,
aquella mujer debía ser juzgada, y condenada.
Fue detenida por la policía.
El juez, Naveed Iqbal, la sentenció a muerte, el artículo 295 del código penal
paquistaní pena con la horca la blasfemia contra Mahoma.
“Prefiero morir como
cristiana que pasar mi vida siendo musulmana” o "Yo no soy una criminal,
no hice nada malo. He sido juzgada por ser cristiana. Creo en Dios y en su
enorme amor. Si el juez me ha condenado a muerte por amar a Dios, estaré
orgullosa de sacrificar mi vida por él" han sido algunas de las
aseveraciones de esta valiente agricultora paquistaní.
Este es solamente un caso,
como el de Youcef Nadarkhani, el pastor iraní que también se enfrenta a la
muerte por el delito de ser cristiano en un país musulman. Pero hay miles por
todo el mundo. Como decía el otro día, no hay una religión más perseguida actualmente que la cristiandad, no hay un momento histórico de mayor persecución contra los cristianos que el actual.
Aquí dejo un enlace para
que, si queréis, podáis firmar a favor de la liberación de Asia una petición que
irá a la ONU y al
gobierno de Paquistán.
1 comentario:
hola Tio Poee!!
cuanto tiempo!!...que bueno lo que has compartido. Es una pena que el cristianismo sea una religión tan perseguida!
Tantos cristianos que han muerto por predicar el amor de Cristo y han sido tratados tan injustamente como los hechos que has relatado..,
mis mejores deseos,
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