martes, 7 de octubre de 2014

Perder el tiempo, perder la vida

He estado 4 años a pleno tiempo en una institución educativa, SEFOVAN, poniendo todo mi esfuerzo y mi ilusión, y al final no he obtenido una acreditación del gobierno de que he hecho absolutamente nada. He perdido el tiempo.
Para mi currículum profesional no vale de nada mi tiempo, para la universidad española he estado haciendo el tonto, para mucha gente he estado perdiendo el tiempo. Para cualquier persona “cuerda”, con los pies en la tierra, me hubiera ido mucho mejor si hubiera hecho un cursillo del paro y me hubiera puesto a buscar un trabajo, o si hubiera estudiado cualquier otra cosa, algo útil para la vida, algo como ingeniería, o químicas, o historia.

La Biblia, ya ves tú. 4 años estudiando un libro obsoleto, un libro de mitos y leyendas, un libro de hace milenios. Es como si me hubiera estado varios años estudiando la Odisea con la esperanza de que algún día Atenea me regale un piso. El hacer lo que he hecho debería estar entre los métodos mejores de echar a perder tu propia vida, y salir tan contento.

Pues posiblemente estaría ganando más dinero si hubiera hecho ingeniería, seguramente quedaría más como un tío inteligente si hubiera tenido lo suficientemente los pies en la tierra como para sencillamente intentar trabajar de lo que sea y pasar el chaparrón lo mejor que pueda. Es posible. Y si pensara que todo lo que hay es lo que veo, si creyera que yo estoy en este mundo para aguantar el chaparrón y pasarlo lo mejor posible por el camino, si mi esperanza no pasara del día de hoy, tendría todos los motivos del mundo para haber hecho cualquier otra cosa. De hecho, estaría en la condición perfecta para juzgar a cualquiera que hiciera lo que yo he hecho y lo que estoy haciendo.

Pero la realidad es bastante diferente. Estoy convencido de que Dios existe, no porque así me lo han enseñado y lo crea a ciegas, sino porque, en vista de las pruebas, es la explicación más creíble y consecuente con los hechos y no hacen falta los malabarismos dialécticos y filosóficos (ya no digamos científicos) necesarios para intentar explicar la realidad sin un Dios trascendente. Estoy convencido de que Dios es Personal, para empezar, porque es indiscutible que es inmensamente inteligente al haber creado todo con la precisión tan escandalosa con que lo ha hecho. Estoy convencido de que este Dios Personal, aunque es infinitamente superior a nosotros, se ha revelado a Sí mismo en Su Palabra, la Biblia, porque como he afirmado y probado en varias ocasiones, si se le estudia como a cualquier otro libro, queda patente que verifica todo lo que reclama ser. Estoy convencido de que este Dios Personal y Revelado ha venido a este mundo, en la persona de Jesús para pagar lo que yo debía pagar, y así quedó demostrado sin lugar a dudas con las insalvables evidencias históricas que lo atestiguan. Estoy convencido que este Dios tiene un propósito para mí, porque así entiendo que lo dice en Su Palabra, y demasiadas veces me ha demostrado Su fidelidad, como para ahora echarme atrás.

En vista del panorama real (me refiero a la auténtica realidad, no al prejuicio materialista que de antemano rechaza todo lo sobrenatural), el comunicado anterior torna de una manera espectacular hacia un nuevo punto de vista completamente diferente. Porque al existir un Dios Personal y Revelado, no hay mayor empresa que llegar a conocerle, no existe carrera, negocio, riqueza o placer más gratificante que acercarse al Creador que se ha dado a conocer. No hay un propósito mejor en la vida que buscarle con todo el corazón, cada segundo de la existencia. Al entender que el Eterno Dios Soberano se ha humillado hasta la muerte por un miserable como yo, al saberme amado hasta la muerte por el Señor del Universo, no por lo que yo haya hecho o lo que valga, sino por puro amor, no me queda más remedio que ponerme a Sus pies y entregarle mi vida, puesto que él dio la Suya por mí, puedo sumarme al Apóstol Pablo al decir que para mí, teniendo en cuenta las misericordias de Dios, el culto lógico y racional no puede ser menos que mi propia vida al completo y sin reservas, a Su servicio. Al comprender que Dios tiene un propósito para mí, no existe excusa para no buscar este propósito, no tengo escondedero para no buscar con todas mis fuerzas el llegar a ser el Miguel Ángel Pozo que Dios tenía en mente cuando me creó, cuando me escogió, cuando murió por mí.

Así pues, estudiar la Biblia no es una pérdida de tiempo, los papeles del gobierno poco me importan (y a Dios menos aún). No tendré un colchón económico para los “imprevistos”, quedaré como un tonto delante de algunos y muchos otros pensarán que “no molo tanto como molaba antes” o como lo que “podría molar”. Pues bien, durante todo este tiempo, no me ha faltado de nada, todo lo contrario, me he casado con una mujer preciosa, he podido estudiar mientras mi mujer también estudiaba, mientras vivíamos en Madrid trabajando “de lo mío” (en el seminario donde estudiaba y pastoreando la Iglesia Bíblica de Barajas), tengo una preciosa hija en camino y hemos recibido, por medio de SEFOVAN, una beca para poder ir a hacer el Máster y el Doctorado a una gran institución, el Southwestern Baptist Theological Seminary.

He estado 4 años a pleno tiempo en una institución educativa, SEFOVAN, poniendo todo mi esfuerzo y mi ilusión, y al final no he obtenido una acreditación del gobierno de que he hecho absolutamente nada. Y estoy seguro de que, en vista de las pruebas, he tomado la mejor decisión que podía haber tomado en la vida. Habría perdido mucho más que el tiempo si no hubiera sido así.

No hay comentarios:

Entradas populares