Con motivo de la celebración
del Día Mundial de la
Salud Mental el pasado 10 de octubre, el psiquiatra Álvaro
Rivera, de la Orden
Hospitalaria de San Juan de Dios, que agrupa a siete centros
de atención a la salud mental en España y a cerca de cincuenta en todo el
mundo, ha expuesto unas preocupantes cifras que no llegan a reflejarse en las
estadísticas oficiales.
Lo cierto es que ha
aumentado un 25% el número de suicidios y un 15% los nuevos casos psiquiátricos
desde que comenzó la crisis económica dentro de la que andamos metidos.
Según diversos estudios, las personas desempleadas
sufren problemas psicológicos con mayor frecuencia que las que tienen trabajo,
de lo que se puede deducir que las crisis incrementan el nivel y el alcance de
estas dolencias.
De hecho, el promedio de personas con problemas psicológicos entre los desempleados es del 34 % en comparación con el 16 % de las que tienen trabajo y, cuanto mayor es la duración del periodo en paro, mayores son las consecuencias sobre la salud mental.
De hecho, el promedio de personas con problemas psicológicos entre los desempleados es del 34 % en comparación con el 16 % de las que tienen trabajo y, cuanto mayor es la duración del periodo en paro, mayores son las consecuencias sobre la salud mental.
Y todo esto en medio de la
actual situación económica y social, en que casi cinco millones de españoles se
encuentran en sin un trabajo, y con miles de familias desahuciadas por
ejecuciones hipotecarias.
Esta es la grave realidad en que nos ha tocado vivir, esta es nuestra España. Una España aquejada de graves dolores profundos, en una situación de derrumbe generalizado y con pocos atisbos de esperanza en el horizonte.
Esta es la grave realidad en que nos ha tocado vivir, esta es nuestra España. Una España aquejada de graves dolores profundos, en una situación de derrumbe generalizado y con pocos atisbos de esperanza en el horizonte.
Pero no quiero hablar de
casos generales, de problemas de macroeconomía ni de situaciones globales que
probablemente mucha gente pensará que no van con ellos, aunque estén metidos en
el ajo. El hecho es que la situación es muy grave, además de a nivel global, a
nivel particular. Son muchos los casos de jóvenes parejas que acuden al banco
para entregar las llaves del piso que compraron con mucha ilusión porque
sencillamente no pueden pagarlo. La gente se suicida porque no tienen cómo
alimentar ni sacar adelante a su familia. Los problemas mentales provocados por
la desesperación están llenando los centros psiquiátricos especializados. Yo no
sé cuál es la situación particular de cada uno, pero me gustaría mostraros un
ejemplo que encuentro de la
Biblia , del primer libro de Samuel.
Al principio del todo de
este libro, en el primer capítulo, comienza relatándonos la historia de Ana,
una de las dos esposas de un hombre llamado Elcana. Ana vivía en una situación
que la estresaba y la hacía estar deprimida. El caso es que Penina, la otra
mujer de su marido tenía hijos, pero ella no lograba quedarse embarazada por
mucho que lo intentara. En aquella época y en aquella cultura era muy
importante y daba valor a una mujer el tener descendencia, así que ella se sentía
muy poco importante, a pesar de la insistencia de su marido en que no se
preocupara. El caso es que Ana lo pasaba muy mal viendo que pasaban los años y
no lograba cambiar su dramática situación. Probablemente para nosotros no
parezca una tragedia, pero si tratamos de empatizar lo más posible con Ana,
descubriremos que se sentía muy poca cosa al no lograr alcanzar la meta de su vida por mucho que lo intentara, y más
aún viendo cómo Penina sí lo lograba y la irritaba continuamente para
humillarla.
Pero Ana no se quedó en su
situación, en su dolor y en su desesperación. Ella actuó. Ella clamó a Dios
para que la ayudara, viendo que nadie más podría sacarla de esa situación que
la mataba. Era su única salida y ella la aprovechó sin pensarlo, aún cuando el
mismo sacerdote pensaba que estaba loca y borracha por la manera en
que suplicaba a Dios.
Pero Dios escuchó su súplica,
y le concedió lo que ella pedía, y no solamente eso, el hijo que le nació,
Samuel, llegó a ser un gran profeta de Dios, el líder de todo Israel, que ungió
a dos reyes, entre ellos el mismo David, el gran rey de los hebreos. Sin duda el honor y el orgullo de toda madre.
Ana pasó por una crisis,
probablemente no económica como nosotros, pero sí estaba desesperada como
muchos españoles lo están. Ella sufrió y de este sufrimiento salió con mucho más
de lo que tenía en un principio. Lo que a mi me gustaría que sacásemos de todo
esto y aplicásemos a nuestra vida es que, es cierto que muchas veces pasamos por
desiertos difícilmente soportables, es cierto que las situaciones nos agobian y
nos desesperan, eso pasa y no podemos evitarlo, pero sí podemos elegir qué
hacemos con nuestro dolor. Si pasamos por la crisis y dejamos al dolor estéril,
habremos perdido lágrimas sin sentido, habremos desperdiciado sufrimiento.
No malgastes tu dolor.
No desperdicies tu sufrimiento. Porque este dolor
posiblemente sea el mejor maestro que puedes tener, porque nunca sabes a donde
te llevará, ni las cosas buenas que aguardan después. Como muchos de vosotros
sabréis, la palabra crisis (危機) en japonés está compuesta de dos conceptos, que son
peligro (危) y oportunidad (機). Si es una crisis por lo que estás pasando en tu vida, de
cualquier tipo, te animo a que, sin olvidarte del peligro, siendo sensato, no
dejes pasar la oportunidad. Porque la crisis es mucho más que un castigo o una
maldición, porque siempre, sin ninguna excepción, aquello más valioso, aquello
que más merece la pena, es lo que más cuesta conseguir.
1 comentario:
m ha encantado y me ha sido d mucha bendición, m ha hecho bien recordar donde está la fuente dee liberación de cualquier crisis y como alcanzarla :)!! Gracias y un abrazo Miguiii!! ;)
Esther
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