jueves, 13 de octubre de 2011

Incestos bíblicos


Una de las dudas con las que podemos encontrarnos cuando nos adentramos en la Biblia es acerca de los primeros seres humanos, y la manera en que estos pudieron reproducirse. Son dudas lógicas partiendo de las bases que nosotros tenemos. Porque sabemos de Adán y Eva que tuvieron 3 hijos solamente, Caín, Abel y Set, y también sabemos que Abel fue asesinado por su hermano Caín. Con lo cual nos quedan dos hijos varones, que como todo el mundo sabe, o al menos la gran mayoría, no pueden tener hijos entre ellos por mucho que se empeñen. Y también sabemos que si dos hermanos tienen descendencia, aún siendo hombre y mujer, hay muchas posibilidades de que la genética no favorezca a la progenie, la historia de nuestra monarquía lo atestigua, por no hablar de la moralidad más que dudosa que supondría ese hecho, más aún en la Biblia, donde aparece penado en el libro del Levítico, escrito también por Moisés.

Pues bien, hoy me gustaría explicar un poco todo este aparente fallo y/o contradicción. Para empezar, es algo obvio que para cuando Caín mató a su hermano y huyó, ya había más seres humanos sobre la tierra, porque en Génesis 4:14, Caín se queja delante de Dios de que cualquiera que le encontrara en el desierto le podría matar. Si partimos de la base que los primeros seres humanos que hubo fueron sus padres, y que de ellos vino todo el resto de la humanidad, aquí se nos presenta un enorme problema. ¿Quiénes eran esos otros de quien Caín tenía miedo? Según mi opinión, la respuesta la encontramos algo antes en este libro, en el capítulo 1, versículo 28, donde Dios ordena a sus padres, Adán y Eva que “fructifiquen y se multipliquen”. Esto se lo ordenó estando ellos todavía en el Huerto del Edén. Así que no me parece ninguna tontería el pensar que ellos cumplieron el mandato divino, aún estando en el paraíso. De todas maneras, está claro que ellos lo cumplieron. En Génesis 5:4, afirma que “Adán engendró hijos e hijas”, y el historiador judío Flavio Josefo afirma que fueron un total de 32 hijos y 23 hijas (pueden parecer demasiados hijos para esta pareja, pero hemos de recordar que Adán vivió por lo menos durante un milenio completo, lo que da tiempo a semejante descendencia con holgura). En todo caso, parece claro que el problema aquí reside en que no conocemos las identidades del resto de la progenie de esta primera pareja, pero es obvio el hecho que ellos no perdieron el tiempo y tuvieron abultada descendencia que cumpliera la orden de Dios y que diera pie al miedo de Caín.

Pero esto nos lleva a otro problema, porque Caín, Set, y el resto de los hijos de Adán y Eva que tuvieran descendencia, tendría que ser con hermanas, o en todo caso sobrinas o primas, parientes cercanos. En cuanto pensamos en esto en seguida aparece en nuestra mente una palabra muy fea: “Incesto”. Para nosotros, como decía antes, esta palabra tiene un doble peligro, uno moral o pecaminoso y otro físico o genético. Me gustaría explicaros cómo para el momento del que hablamos ninguno de estos peligros u objeciones tiene sentido.

Por una parte, en el sentido moral, no veo ningún problema al hecho de que alguien tenga hijos con su hermana si nunca ha visto ni ha conocido a ninguna otra. Para ellos eso era lo único que había, no podían sentirse mal por casarse con su hermana o con su sobrina porque, para empezar nadie les había dicho que estaba mal y para seguir, era la única opción que existía para cumplir el mandato de Dios y para tener hijos y que la especie continuara su andadura por la Tierra. Es cierto que Dios lo censura y ordena que no se hagan cosas como esa, pero no es hasta varios milenios después que ocurre esto. En el momento del que hablamos, el “incesto”, por muy feo que suene ahora, no solamente no había sido prohibido, sino que no se veía como algo malo y, de hecho, era la única manera en que nosotros podemos estar aquí preguntándonos cómo fue.

Por otra parte, existe una razón física o genética para que no tengamos descendencia con parientes cercanos, y es que podríamos trasmitir la misma información genética defectuosa a nuestros hijos y de esta manera, no se contrarrestaría la carencia de un progenitor con la del otro. Esto quiere decir que nuestro ADN no es perfecto, sino que a medida que se multiplica y se trasmite de padres a hijos, va adquiriendo mutaciones y variaciones. Si dos hermanos que han recibido de su padre una carencia o mutación genética similar tiene descendencia, sus retoños la heredarán necesariamente, pero si alguien con esa misma carencia tiene hijos con otra persona que no la tenga, el ADN sano suplirá esa mutación y no será heredada por generaciones posteriores. Pero en el tiempo del que estamos hablando, esta objeción tampoco funciona, porque los padres de estos a quienes valientemente estamos acusando tenían un ADN perfecto. Ellos habían sido los prototipos, estaban “recién salidos de fábrica”, lo que significa que los padres de Adán no pudieron haberle transmitido ninguna carencia o mutación perjudicial porque sencillamente no tenía padres, y lo mismo ocurre con Eva. Así que si dos hijos de los primeros progenitores a su vez tuvieran vástagos, estos no heredarían ninguna información perjudicial en su genética, sería prácticamente perfecta. Sencillamente no hay miedo de trasmitir fallos en la cadena genética cuando no existe ningún fallo que transmitir.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Very very good!! Gracias!! Un ab.
Esher

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