Una de las dudas con las que podemos encontrarnos cuando nos
adentramos en la Biblia
es acerca de los primeros seres humanos,
y la manera en que estos pudieron reproducirse. Son dudas lógicas partiendo de
las bases que nosotros tenemos. Porque sabemos de Adán y Eva que tuvieron 3 hijos
solamente, Caín, Abel y Set, y también sabemos que Abel fue asesinado por su
hermano Caín. Con lo cual nos quedan dos hijos varones, que como todo el mundo
sabe, o al menos la gran mayoría, no pueden tener hijos entre ellos por mucho
que se empeñen. Y también sabemos que si dos hermanos tienen descendencia, aún
siendo hombre y mujer, hay muchas posibilidades de que la genética no favorezca
a la progenie, la historia de nuestra monarquía lo atestigua, por no hablar de la moralidad más que dudosa que supondría ese
hecho, más aún en la Biblia,
donde aparece penado en el libro del Levítico, escrito también por Moisés.
Pues bien, hoy me gustaría explicar un poco todo este
aparente fallo y/o contradicción. Para empezar, es algo obvio que para cuando
Caín mató a su hermano y huyó, ya había más seres humanos sobre la tierra,
porque en Génesis 4:14, Caín se queja delante de Dios de que cualquiera que le
encontrara en el desierto le podría matar. Si partimos de la base que los
primeros seres humanos que hubo fueron sus padres, y que de ellos vino todo el
resto de la humanidad, aquí se nos presenta un enorme problema. ¿Quiénes eran
esos otros de quien Caín tenía miedo? Según mi opinión, la respuesta la
encontramos algo antes en este libro, en el capítulo 1, versículo 28, donde
Dios ordena a sus padres, Adán y Eva que “fructifiquen y se multipliquen”. Esto
se lo ordenó estando ellos todavía en el Huerto del Edén. Así que no me parece
ninguna tontería el pensar que ellos cumplieron el mandato divino, aún estando
en el paraíso. De todas maneras, está claro que ellos lo cumplieron. En Génesis
5:4, afirma que “Adán engendró hijos e hijas”, y el historiador judío Flavio
Josefo afirma que fueron un total de 32 hijos y 23 hijas (pueden parecer
demasiados hijos para esta pareja, pero hemos de recordar que Adán vivió por lo
menos durante un milenio completo, lo que da tiempo a semejante descendencia
con holgura). En todo caso, parece claro que el problema aquí reside en que no
conocemos las identidades del resto de la progenie de esta primera pareja, pero
es obvio el hecho que ellos no perdieron el tiempo y tuvieron abultada
descendencia que cumpliera la orden de Dios y que diera pie al miedo de Caín.
Pero esto
nos lleva a otro problema, porque Caín, Set, y el resto de los hijos de Adán y
Eva que tuvieran descendencia, tendría que ser con hermanas, o en todo caso
sobrinas o primas, parientes cercanos. En cuanto pensamos en esto en seguida
aparece en nuestra mente una palabra muy fea: “Incesto”. Para nosotros, como
decía antes, esta palabra tiene un doble peligro, uno moral o pecaminoso y otro
físico o genético. Me gustaría explicaros cómo para el momento del que hablamos
ninguno de estos peligros u objeciones tiene sentido.
Por una parte,
en el sentido moral, no veo ningún problema al hecho de que alguien tenga hijos
con su hermana si nunca ha visto ni ha conocido a ninguna otra. Para ellos eso
era lo único que había, no podían sentirse mal por casarse con su hermana o con
su sobrina porque, para empezar nadie les había dicho que estaba mal y para
seguir, era la única opción que existía para cumplir el mandato de Dios y para
tener hijos y que la especie continuara su andadura por la Tierra. Es cierto que Dios lo
censura y ordena que no se hagan cosas como esa, pero no es hasta varios
milenios después que ocurre esto. En el momento del que hablamos, el “incesto”,
por muy feo que suene ahora, no solamente no había sido prohibido, sino que no
se veía como algo malo y, de hecho, era la única manera en que nosotros podemos
estar aquí preguntándonos cómo fue.
Por otra
parte, existe una razón física o genética para que no tengamos descendencia con
parientes cercanos, y es que podríamos trasmitir la misma información genética defectuosa
a nuestros hijos y de esta manera, no se contrarrestaría la carencia de un
progenitor con la del otro. Esto quiere decir que nuestro ADN no es perfecto,
sino que a medida que se multiplica y se trasmite de padres a hijos, va
adquiriendo mutaciones y variaciones. Si dos hermanos que han recibido de su
padre una carencia o mutación genética similar tiene descendencia, sus retoños la heredarán
necesariamente, pero si alguien con esa misma carencia tiene hijos con
otra persona que no la tenga, el ADN sano suplirá esa mutación y no será
heredada por generaciones posteriores. Pero en el tiempo del que estamos
hablando, esta objeción tampoco funciona, porque los padres de estos a quienes valientemente
estamos acusando tenían un ADN perfecto. Ellos habían sido los prototipos,
estaban “recién salidos de fábrica”, lo que significa que los padres de Adán no
pudieron haberle transmitido ninguna carencia o mutación perjudicial porque
sencillamente no tenía padres, y lo mismo ocurre con Eva. Así que si dos hijos
de los primeros progenitores a su vez tuvieran vástagos, estos no heredarían
ninguna información perjudicial en su genética, sería prácticamente perfecta. Sencillamente
no hay miedo de trasmitir fallos en la cadena genética cuando no existe ningún
fallo que transmitir.
1 comentario:
Very very good!! Gracias!! Un ab.
Esher
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