Estamos en crisis. Esto es algo que
todo el mundo sabe desde que nuestro presidente nos lo informó. El
paro está por las nubes, estamos sintiendo los recortes por todas
partes, todo el mundo se está levantando contra las injusticias que
vemos, la educación, la sanidad, los servicios públicos se están
viendo afectados. Lo más probable es que dentro de poco cambie el
color de nuestros gobernantes, y aún así nadie tiene la confianza
suficiente como para decir que nos irá mejor con ellos. Mucha gente
que había luchado durante años para lograr tener un hogar, ahora se ven
en la calle, sin trabajo ni ayudas y sin esperanza de conseguir
ninguna cosa. Ciertamente está todo muy mal, muchas cosas que
habíamos conseguido a lo largo de nuestra historia a base de
sacrificio, trabajo y tenacidad se está derrumbando como un castillo
de naipes.
Y esta no es la única manera en que
estamos en crisis. Todos podemos ver cómo, de la misma manera que de
toda la vida, los niños jugábamos en la calle, hacíamos amigos,
corríamos, hacíamos casetas en los árboles y usábamos nuestra
imaginación para entretenernos, hoy en día se usan solamente
algunos músculos de los dedos para pulsar teclas de una
videoconsola. Esa es la máxima aspiración de los pequeños. Pero
esto, aunque sea preocupante, no es lo peor. Esta mañana me contaban
de botellones que hacían grupos de niños de 11 y 12 años durante
las fiestas de Béjar, y de algún caso en que habían tenido que
llevar a algún pequeño al hospital con un coma etílico. Si esto es
lo que hemos logrado con nuestros pequeños, creo que la crisis
económica se queda ciertamente corta al lado de la degeneración a
la que estamos llegando. Cada vez la edad en que se practica sexo por
primera vez desciende preocupantemente. Cuando escucho hablar a
grupos de chavalillos que apenas superan la decena de años de
existencia, me topo con auténticos expertos en temas de sexo, cuando
veo a niñas, ya ni siquiera adolescentes, prácticamente desnudas
por la calle, con ropas que no debería ponerse ni una mujer ya
formada física y mentalmente para no ser confundida con una
concubina, cuando soy testigo de pequeñas que se hacen amigas de,
digamos, mala gente, y hacen lo que sea para que no les falte su
dosis diaria, me doy cuenta que esta crisis sobrepasa todo lo que
pudiéramos haber previsto.
La crisis económica que tenemos
encima, no es nada en comparación con la crisis de valores que nos
está sitiando. Ya conceptos como la familia, la autoridad, la
amistad, el amor, el esfuerzo, la humildad o la generosidad no tienen
ningún valor en medio de nuestra avanzada y libre sociedad. Han sido
reemplazados por el aquí y el ahora. Nada más importa. Y si
nuestros actos libres nos traen consecuencias, nuestra sociedad adolescente se ocupa de que no tengamos que pagarlas, y si el no
tener que pagarlas pasa por segar una vida en nombre de la libertad,
adelante con ello.
Realmente tengo miedo. Porque en un
futuro, me gustaría ser padre. Y el traer un niño a este mundo en
crisis, ya no económica, que me preocupa menos, sino moral, es algo
peligroso, difícil, sacrificado. Y también porque tener que
enfrentarse a todo esto no es sencillo ni agradable para mi, que se
supone que ya estoy minimamente preparado para afrontarlo, así que para
alguien indefenso, inocente y sin filtros apropiados, puede ser un
bombardeo brutal de estupidez difícilmente soportable.
1 comentario:
Queridísimo tío Poe:
¡Cuánto tiempo! Nada de lo que dices es fruto de tu imaginación sino de la realidad diaria que vemos todos los días. No te sorprendas de ella aunque es lógico que no la compartas. ¿Quién,cuerdo y sensato, puede desear el mundo que tenemos?
Verdaderamente estamos en tiempos difíciles y complejos de manejar. Una doctrina globalizadora con la fuerza de un huracán barre el mundo moderno. La gente de todos los países está siendo víctimas del abuso de poder de sus gobernantes.
Esto irá a más en todos los continentes y el descontento general seguirá agitando el mar humano. Pero hay muchos motivos para la esperanza.
Y tienes toda la razón: cualquier crisis es humana. Todas las crisis tienen su raíz en el hombre. En el amor al poder y al dinero.
Fenicia manda en el mundo y de la misma manera que entre los fenicios el oro era el más grande mandamiento el oro es hoy el primer mandamiento global.
Los fenicios amaban más el oro que a sus hijos a quienes siendo bebés pasaban vivos por el fuego en sacrificio humano a su dios Baal Moloch.
Los globalizadores están sacrificando a Moloch a gran parte de la humanidad.
Ten fe porque todo está escrito.
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