jueves, 13 de febrero de 2014

Viernes noche (Había un sabio rey... -Parte II)

Realmente, la rueda de la inutilidad no es tan traumática. Hoy no es igual que ayer, hoy es jueves, eso quiere decir que tenemos un día menos de espera hasta el deseado viernes, en que al fin podrás disfrutar de tu tiempo libre, del merecido descanso después de toda la semana de trabajo y de esfuerzo. Desde luego hoy no es igual que mañana, mañana será viernes. ¡Viernes significa fiesta! Mejor aún, viernes significa primer día de fiesta, aún quedará el sábado, la diversión está garantizada. El alcohol, los amigos, el placer, las drogas, los bailes, las largas conversaciones hasta las tantas de la madrugada, la ausencia de preocupaciones. ¿Cómo puede cada día ser igual que el anterior? Este rey, desde luego, no tenía mucha idea de lo que pasa hoy en día.


Pues este rey disfrutó mucho más que tú y que yo. Este rey se entregó al alcohol, a las drogas, a gozar con mujeres, tuvo esclavos y esclavas por cientos, disfrutaba a su antojo de cuantas riquezas se podía imaginar, tenía palacios, jardines, fuentes, parques para hacer barbacoas con los amigos. Este rey perdió la razón detrás de su propio placer, se deshizo de toda su cordura para, sencillamente disfrutar, sin pensar en nada ni en nadie más. No hubo nada que quisiera que no tuviera, ni un antojo que no pudiera alcanzar. Para él, cada día era viernes por la noche, con la billetera llena y toda la atención de cuantas mujeres, amigos y esclavos gustase. No hubo nada ni nadie que se le resistiera. Después de todo, había trabajado mucho para conseguir todo aquello de lo que ahora disfrutaba, merecía disfrutar del fruto de su trabajo.


¡Ahora sí que admiro a este hombre!, pensará algún amante de las fiestas. ¡Así sí que se vive bien!, sin preocupaciones, con todo lo que desees, sin límites, con todos los que deseas a tu disposición, sin dejar de gastar, de consumir, de disfrutar. ¡Eso sí que es vida! Seguro que mandó al garete esta rueda de la inutilidad al descubrir el eterno viernes por la noche.


Hubo algo que descubrió este sabio rey al considerar su vida en el tiempo que aún le duraba la sobriedad entre fiesta y fiesta. Había trabajado mucho para conseguir aquello que estaba dilapidando, todo el esfuerzo de su vida, estaba siendo gastado en algo que, en ese momento, solamente le traía dolor de cabeza y malestar al tratar con el rastro etílico del día anterior. Cada día gozaba de menos salud, dinero, atención, placer y satisfacción que el día anterior. Cuando lo hubo probado todo, pudo ver que aquello que antes le parecía como el Valhalla, pasó a ser lo más normal, para terminar siendo una droga, un veneno que le corroía por dentro sin dejar nada más que remordimientos a su paso. Cuando pasaba el alcohol, la resaca destruía, cuando pasaba el efecto de la droga, la necesidad de más degollaba su alma, cuando pasaba el sexo, la culpabilidad campaba a sus anchas, cuando pasaban las noches con falsos amigos de fiesta, la soledad venía para robar y para destruir. Cuando pasaba la falsa sensación de vida, ésta se quitaba la máscara y era la muerte la que aparecía, con los dientes más afilados que nunca, con más hambre de destrucción que el día anterior.


Cuando el viernes por la noche dejó de ser tan novedoso, sino que se convirtió en la norma, el sabio rey encontró que, a fin de cuentas, ese viernes solamente constituía otra porción más dentro de la rueda de la inutilidad, en la que su propio placer era solamente la antesala de su propio dolor, en que la compañía de los amigos comprados con fiesta y alcohol era únicamente la soledad vestida con traje de gala, para después volver con toda su furia y crudeza a asolar el corazón desnudo y afligido.



Al dar el primer paso en su búsqueda tratando de experimentar el placer y yendo detrás de los deseos de su corazón para lograr escapar de esta rueda implacable que arrolla todo, este sabio rey descubrió que, abandonándose al lujo, a la fiesta, al desenfreno, sin pensar más allá, tratando de, sencillamente gozar del fruto del trabajo y de las mieles del éxito, mirando únicamente debajo del sol, lejos de traer satisfacción, trae frustración, lejos de dar sentido a la vida, solamente la hunde más y más en un pozo del que no se puede salir, lejos de escapar de la rueda de la inutilidad, te mete más en ella y te entierra en lo más profundo de sus entrañas. El buscar el placer y correr detrás de los deseos del corazón, solamente hará que te sientas desdichado, incapaz, vacío y sin más consuelo que volver a perder la razón tras el veneno que te tortura.

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