sábado, 22 de marzo de 2014

El comienzo de todo lo que tuvo un comienzo

El mundo de la ciencia vive días de sorpresa e ilusión tras la detección de ondas gravitacionales, que confirmarían la teoría inflacionaria del Big Bang.

Las observaciones realizadas para medir la radiación de fondo -una señal que, según los científicos, procede del mismísimo origen del tiempo- muestran que el universo habría surgido hace 13.800 millones de años tras una gran explosión que vino precedida de una “inflación” acelerada.

Antonio Cruz es biólogo y ha escrito varios libros sobre ciencia y fe. Este experto concedió una entrevista a Protestante Digital, explicando la importancia del descubrimiento y sus implicaciones. “Si eso no hubiera ocurrido esta inflación- dice Cruz- no hubiera sido posible el Big Bang, que es una expansión de la energía y la materia”.El mundo de la ciencia vive días de sorpresa e ilusión tras la detección de ondas gravitacionales, que confirmarían la teoría inflacionaria del Big Bang.


Las observaciones realizadas para medir la radiación de fondo -una señal que, según los científicos, procede del mismísimo origen del tiempo- muestran que el universo habría surgido hace 13.800 millones de años tras una gran explosión que vino precedida de una “inflación” acelerada.

Antonio Cruz es biólogo y ha escrito varios libros sobre ciencia y fe. Este experto concedió una entrevista a Protestante Digital, explicando la importancia del descubrimiento y sus implicaciones. “Si eso no hubiera ocurrido esta inflación- dice Cruz- no hubiera sido posible el Big Bang, que es una expansión de la energía y la materia”.


“En ese brevísimo tiempo de la inflación -explica Antonio Cruz- ocurrirían cosas muy raras para la física. Por ejemplo, la gravedad en ese instante funcionaba al revés. En lugar de ser atracción, era una repulsión que inflaba el espacio y el tiempo (...) Estas pequeñísimas variaciones cuánticas en el espacio-tiempo que se propagan por el universo son los ecos del primer temblor que dio origen al Big Bang”.

Se trata de un hallazgo “importante, porque ratifica la conexión entre lo minúsculo y lo enorme. Abrirá un nuevo capítulo en la física, en la astrofísica, y en la cosmología”.

Lo que la ciencia está revelando en los últimos tiempos en el campo de la cosmología y la astrofísica parece indicar a un origen en el que “todo salió de la nada”, apunta Cruz. En ese sentido, el relato de la Biblia, que presenta a un Creador activo en el origen del universo y de la vida, aparece como una coincidencia sorprendente.

“Génesis no puede dar información científica, porque no es un libro de ciencia, pero que no ofrezca información científica no quiere decir que su información no sea veraz”, dice Cruz. “Este relato bíblico de la creación, a pesar de situarse a ras de suelo, desde un punto de vista muy humilde, no contradice en absoluto los descubrimientos que la ciencia ha hecho en nuestro tiempo”, añade.

En cuanto a las teorías del origen, Cruz apunta que la Biblia muestra que “hubo un principio del universo”, algo que durante muchísimos años la ciencia negó. “Hasta principios del siglo XX se mantenía como cierto que el universo era eterno. Tras la teoría del Big Bang -que reconoce un origen- se han desarrollado otras teorías que intentan matizarlo. Por ejemplo, la de una expansión y contracción eterna. Otra es la del multiverso”. Estas teorías que algunos proponen, apunta Cruz, siguen sin resolver la necesidad de un creador.

“Hoy tanto la ciencia como el Génesis señalan a un origen a partir de la nada, y aún el relato de Génesis 1, entendido adecuadamente, se puede ver como piezas que van encajando”.

A pesar de que la ciencia avanza en su sabiduría y conocimiento en cuanto a los orígenes, hay muchas cuestiones que continúan “envueltas en el misterio”, dice Cruz. “¿Qué había antes? ¿Cómo de la nada surgió todo en un instante? ¿Por qué existen leyes físicas?”. Son preguntas que llevan a reflexionar sobre la posibilidad de una mente inteligente detrás de la existencia.

Ante la propuesta de un ateísmo que niega esta posibilidad, Cruz considera que el debate sobre Dios está más de moda que nunca en el ámbito intelectual contemporáneo. “La ciencia contemporánea hace cada vez más difícil ser un ateo intelectualmente satisfecho” porque “todos los descubrimientos apuntan a una mente inteligente que fue la causa de todo”.

Sin embargo, en España no se produce ese debate intelectual. “Hay un muro de indiferencia que nos aísla del pensamiento filosófico contemporáneo deísta. No se traducen obras, o si se traen, es en editoriales minoritarias”, explica Cruz, lo que “priva al lector culto de reflexionar. Los jóvenes universitarios piensan que el debate sobre Dios está superado, y se piensa que es irracional ante la claridad del ateísmo. No nos queremos enterar de que el tema de Dios está en boga en el campo intelectual”.

“La ciencia -expresa finalmente Cruz- converge hacia la idea de una sabiduría detrás de todo. Lo que me preocupa es que esa mente que llamamos Dios, ¿ha querido revelarse? ¿Y cómo lo ha hecho? Si Dios nos ha creado tan inteligentemente, creo que es sabio acercarse a descubrir cuál es su propósito para nosotros”.  

Editado por: Protestante Digital 2014

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