martes, 24 de enero de 2012

La hoguera


Hace algunos años, el empleo de un miembro de la familia (generalmente el padre) era suficiente para que toda la familia sobreviviera. De una manera más o menos modesta, el hecho es que era mucho más fácil que un cónyuge (generalmente la mujer) se dedicara al hogar y a criar a los niños. Así ha sido durante cientos, miles de años. Sin embargo, actualmente nos estamos viendo en la situación de tener los sueldos más altos, el nivel adquisitivo más grande desde que tenemos constancia y, sin embargo, tenemos serias dificultades para llegar a fin de mes mientras hacen horas extras tanto el padre como la madre de la familia, sin tener  tiempo para la casa ni para los hijos, teniendo que contratar una asistenta para que atienda las labores del hogar y una guardería o colegio privado con comedor para los niños. No hay otra manera, hay que trabajar mucho más para poder costear tantas cosas como tenemos y “necesitamos”.

Cada vez todo está mucho más caro, y no solamente eso, sino que cada vez son necesarias más cosas. Por ejemplo, pagar la factura de Internet, del móvil o de la luz no era un problema hace 100 años, sencillamente porque, aunque a nosotros nos parezca imposible, vivían sin todo eso. No porque fueran más independientes y “perroflautas” que nosotros, sino por la sencilla razón de que estas cosas no existían, y no se habían convertido en algo tan sumamente necesario como nosotros lo tenemos. No tenían que pagar el seguro del coche, ni los libros de los niños cada septiembre, no se tenían que preocupar por pagar la comunidad ni el alquiler de la plaza de garaje. Antes tenían mucho menos que ahora, pero el hecho es que antes la vida era mucho más sencilla.Por no hablar de la manera en que los precios de todo han ido subiendo mientras los salarios han ido bajando, claro.

Vivimos en la cultura del consumismo, esto es algo que todos sabemos. Hoy en día, cuando más tengamos, más felices somos, o al menos así es como debería ser, y así es como todo el mundo nos vende que tiene que ser. Vivimos en la cultura de la grandeza, de la extravagancia, del culto a la posesión. Y muchas veces, según mi punto de vista al menos, nos dejamos llevar por la tontería de nuestro alrededor y empezamos a ver normales algunas cosas que, si nos paramos a pensar, son un absurdo como la copa de un pino.

Por poner un ejemplo. Todos sabemos la importancia de poder desenvolvernos en el idioma inglés para poder obtener un trabajo. Hoy en día hasta para ser basurero necesitamos saber inglés, prácticamente. Sin embargo, paradojas de la vida, para aquellas personas que realmente deberían ser conocedoras de este idioma, como por ejemplo los diplomáticos o parlamentarios, no solamente no es necesario, sino que de hecho la mayoría lo desconoce. Cuando visité el Parlamento Europeo en Bruselas, me llamó mucho la atención la cantidad de dinero que se invierte en traductores para que todos los eurodiputados se enteren de lo que hablan unos y otros. El artículo 138 del reglamento de la cámara dice: "Todos los diputados tendrán derecho a expresarse en el Parlamento en la lengua oficial de su elección". Nos parece algo normal, es lógico que en un parlamento con tantas lenguas y tantos orgullos nacionales por herir, se traduzca todo a todos los idiomas. Pero el caso es que allí están representantes de 22 lenguas diferentes, lo que significa que para tener todas las opciones de traducciones de lenguas posibles necesitamos más de 500 combinaciones con traductores acreditados. Esto es mucho dinero, demasiado. Por no hablar de las traducciones de todos los documentos a todas y cada una de las lenguas. En total, 163 millones de euros en traducciones solamente en la eurocámara en el 2003, mucho de esto en gastos que podrían haber ahorrado por contratarse servicios que no se utilizaron finalmente. Y todo esto por no obligar a dominar la lengua inglesa, por ejemplo, a todos los que allí nos representan Y esto ocurre también en España, solamente en el Senado se gastan casi 12000 euros en gastos de traducción cada sesión. Esto en un país en el que todo el mundo habla el mismo idioma. Lo siento si hiero sensibilidades nacionales, pero me parece una soberana tontería y despilfarro.

Así, en el momento en que más tenemos y de más calidad de nuestra historia, en un momento idílico para disfrutar de la abundancia, de la tecnología, de las oportunidades. Es ahora cuando estamos más preocupados por sobrevivir, cuando más trabajamos para obtener el pan, cuando menos disfrutamos de nuestros hijos. Pagamos a gente para que limpie nuestras casas y eduque a nuestra progenie, para poder tener el privilegio de trabajar para pagarlo.

Mi madre siempre que puede me recuerda algo que decían los indios acerca de los colonos, y que es perfectamente aplicable a lo que nos sucede hoy en día. “El piel roja hace hogueras pequeñas y se junta, mientras el hombre blanco hace hogueras grandes y se aleja.”

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