jueves, 26 de enero de 2012

Cuando la intolerancia se vuelve asesina

La matanza salvaje de ciudadanos inermes sigue su curso en Nigeria ante la indiferencia institucional de los grandes organismos internacionales: Naciones Unidas, Unión Africana, Unión Europea, Liga del Mundo Musulmán, Organización de la Cooperación Islámica. Ninguno de ellos ha tenido el coraje de condenar las atrocidades cometidas por el movimiento islamista, Boko Haram (Prohibida la educación occidental) y de defender sin medias tintas el derecho a la vida de los ciudadanos nigerianos de fe cristiana. Se ha incrustado el miedo visceral en el sistema circulatorio de la política internacional cuando se trata de tomar partido en defensa de la dignidad, el respeto y la libertad de los cristianos. ¿Se imaginan lo que hubiera ocurrido si en Nigeria los cristianos del sur hubieran dado el ultimátum a los musulmanes para que, abandonando todo por la fuerza, se marcharan al norte bajo la amenaza de las armas? Los grandes de las naciones estarían aún haciendo cola ante los medios de comunicación para rasgarse las vestiduras, enjuagarse el sudor de la frente, condenar tan maligna proclama y defender a capa y espada la dignidad sacrosanta de los musulmanes. Y eso sería justo. Pero uno se pregunta: ¿Por qué tanto silencio putrefacto ante la horrenda persecución de los cristianos en Nigeria? Además, lo grave es que la oleada diabólica, creciente y demencial de Boko Haram también golpea sin piedad a los musulmanes. Ocurre en otras partes del continente africano en los que sigue la limpieza rabiosa y sistemática de ciudadanos cristianos. Con los janjaweed en Sudán, los shabbab en Somalia y al-Qaeda en numerosos países árabes y africanos. Todo ello para imponer, instalar y aplicar los dictámenes de la ley islámica (shari‘a).

Se cuentan por millones los cristianos que son perseguidos, amenazados, encarcelados, maltratados, oprimidos y asesinados. En muchas partes del mundo, en países árabes, africanos y asiáticos. Ahí están los hechos escalofriantes a la luz del día para los que quieren verlos. Sobre todo para los grandes organismos que se autoproclaman defensores de los pueblos, que enarbolan la bandera de los derechos humanos y alzan la voz de las libertades civiles. Pero la indiferencia pétrea y gélida de los organismos internacionales ante el maltrato, la discriminación y la violencia contra los cristianos es un insulto alarmante y una injuria incalificable a la humanidad. La escandalosa “boca-cerrada” ante tan graves y brutales episodios, como los que están ocurriendo en Nigeria, demuestra la necesidad urgente de limpiar la broza de las grandes instituciones mundiales y de sacudir el polvo incrustado en las sedes internacionales que dicen representar la libertad, el derecho y la justicia de los ciudadanos de las naciones. Demasiada hojarasca diplomática en los despachos estilizados y pasillos encerados de los que pretenden solucionar los acuciantes problemas del mundo. Permanecen atrofiados y miran para otro lado cuando se trata de defender los derechos de los ciudadanos cristianos. En Nigeria, y en tantos países, se confiscan las propiedades de los cristianos, se queman sus casas, se les expulsa de sus pueblos, se siegan sus vidas a sangre fría. Cabe preguntarse si les da miedo o vergüenza a los organismos internacionales defender la suerte, la dignidad y la vida de los cristianos. La historia de los últimos años lo ha demostrado y sigue demostrándolo que el islamismo radical ha echado raíces prolíficas y tomado auge de conquista en los países africanos. Sirva de botón de muestra un último episodio. Las autoridades del Malí han instado a los misioneros católicos, que trabajan en Gao y Nyoro del Sahel, a que abandonen sus puestos ante el peligro de ser secuestrados o asesinados. Y no han tenido otro remedio que hacerlo para salvar su propio pellejo y el de los demás. Cristianos, musulmanes y de otras creencias tradicionales. Se multiplican las landas del integrismo islamista en África.


Justo Lacunza Balda
Religionenlibertad.com

1 comentario:

Anónimo dijo...

Una verdad como un castillo. Una vez mas el silencio y el miedo de los gobernantes para mover un dedo a favor de las personas asesinadas por esas organizaciones. felicidades POE por el articulo, y no guardar silencio.

Entradas populares