miércoles, 7 de marzo de 2012

Sueño


Recuerdo que estaba andando por un largo camino. Este camino muchas veces parecía plácido y otras veces se hacía mucho más difícil. Había ocasiones en que al atravesar los plácidos valles fértiles, parecía todo perfecto, había frutales a los lados del camino, pequeños riachuelos con aguas cristalinas aliviaban mi sed, las flores silvestres impregnaban el aire de deliciosas y dulces fragancias, los árboles ofrecían frescas sombras en los lugares donde la hierba era más esponjosa. Esos lugares tan benevolentes hacían que el peregrinaje mereciera la pena, en ocasiones pensaba que aquellas ocasiones eran las que hacían que importase menos pasar por otros lugares mucho más fríos y oscuros, cuando el vello se erizaba y las piernas temblaban solamente de pensar en lo que habría allí fuera.

Pero sin duda, lo mejor del camino, lo recuerdo como si fuera ayer, era el estar contigo. El sentir tu mano firme y fuerte sosteniéndome a cada paso, el sentir tu cálida palma animándome cuando el valle se volvía oscuro, cuando la fruta y el agua no eran tan sabrosas como en los buenos tiempos, el caminar agarrado a ti me daba fuerzas, me ayudaba a entender que no estaba solo, que tú ibas a estar conmigo para apoyarme, para dar sentido a cada paso, para hacerme ver el lugar donde pisaba cuando la oscuridad nublaba mis ojos, para levantarme con ternura cuando caía, para limpiar el barro de mis ropas, para darme sentido, para hacerme sentir amado.

Recuerdo que me encantaba mirar atrás cada poco tiempo y ver el rastro de 4 huellas solitarias en medio de aquel camino. Porque significaban que no estaba solo, que tú estabas conmigo.

Recuerdo cómo me hablabas, cómo me  aconsejabas, ¡qué historias tan sabias y preciosas me contabas en las largas noches de vigilia!. El estar contigo era una delicia, paso a paso. Hacías que hasta los momentos más duros del camino parecieran mucho más sencillos, me ayudabas a aprender de las caídas, de los errores, de todas aquellas veces en que todo parecía perdido, y sin embargo tú me sacabas de las profundidades de las arenas movedizas.

Pero no todo fue tan sencillo. Aún se me pone la carne de gallina recordando aquel desierto. Cuando lo vimos por primera vez no parecía tan terrorífico como al final fue. Cada minuto que pasaba allí sentía que me faltaban las fuerzas, que el aire era demasiado caliente para respirar, que me deshidrataba, nunca me sentí desfallecer de aquella manera. Mirase donde mirase a mi alrededor no veía más que dunas de despiadada arena que desquiciaban mi alma. La esperanza parecía desfallecer a cada bocanada de aquel aire infernal, el viento levantaba nubes de polvo que cegaban, el horizonte ardía en espejismos que hacían perder la razón pensando que llegaba la solución que al final no aparecía. Al final, tras un agónico viaje por aquel terrible lugar, justo cuando ya pensé que no podría aguantar un segundo más, cuando estaba a punto de perder la razón, llegué al otro lado. Estaba derrotado, no podía ni pensar. Solo caí al suelo de rodillas, exhausto.

Y fue entonces cuando me di la vuelta para contemplar aquel lugar que a punto estuvo de acabar con mi vida. Y lo que vi me enfureció. Pocas veces en mi vida estuve así de cabreado. 

Solamente había un par de huellas cruzando aquel terrible lugar.

- ¿Por qué? ¿Por qué me acompañaste cuando todo iba bien? ¿Por qué en los valles preciosos, cruzando los frutales, los arroyos cristalinos de agua fresca, en las mullidas camas de hierba, estabas conmigo? ¿Por qué cuando más te necesité no acudiste en mi ayuda? ¿Sabes que he estado a punto de morir? ¿Sabes que me faltaba el aire, y este aire hirviendo a punto estuvo de hacerme desfallecer? - Las lágrimas ya se escapaban por mis mejillas- ¿Sabes que me estaba deshidratando, que el calor me asfixiaba, que no veía por ningún lado la salida de este desierto? ¿Sabes que te necesitaba? ¿Sabes que cuando más te necesitaba, tú no apareciste?¿Sabes que cuando más perdido estaba, me dejaste solo en medio del desierto? ¿Por qué lo hiciste? ¿Por qué?

Aún se me llenan los ojos de lágrimas recordando lo que me dijiste mientras, con ternura tomaste mis manos.

- Mi niño, para mí fue un placer cruzar junto a ti por aquellos preciosos valles en que todo parecía perfecto. Disfruté como nadie de tu compañía hablando de miles de temas sentados en las orillas de los ríos que satisfacían tu sed. El caminar tomados de la mano me encantaba, amo tenerte cerca, sentir tu corazón pegado al mío. Y, créeme, sé que has sufrido en ese desierto, soy consciente de que el calor te asfixiaba, que la arena se te metía en la garganta, que la lengua te dolía por no tener agua que llevarte a la boca, de que lo has pasado realmente mal. Soy consciente, y aquí estoy para cuidarte, para restaurarte, como siempre estaré.

- Pero, si tanto me amas, ¿por qué cuando más te necesité, en ese desierto mortífero, cuando la muerte imploraba por mi alma, me dejaste solo? Al mirar atrás y ver el desierto, solamente veo un par de huellas.

- Así es, mi niño. Solo ves dos huellas porque yo cargué contigo durante todo este desierto.



*Basado en la canción “Soñé” del grupo “Enkalma”.

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