jueves, 2 de junio de 2011

Tecnología punta

Todos sabemos que, a pesar que el ser humano siempre ha soñado con volar, no logró la tecnología suficiente hasta el verano de 1883. Todos sabemos que hasta el siglo XVIII no se conoció, y mucho menos se aprovechó la corriente eléctrica. Todos sabemos que hasta que Edison inventara la bombilla, no se conocía fuente de luz más allá del fuego y el sol. Todos lo sabemos porque así nos lo han enseñado.

Como decía el otro día, tenemos el concepto que antes que viviéramos nosotros, el mundo estaba lleno de tontitos que apenas podían sobrevivir. Si nos adentramos en los albores de la historia, nos encontraremos a unos pobrecitos que viven en cuevas y cazan con palos, no les da para más.

Pues hoy quiero hablar de algo que puede hacer que cambie nuestra concepción del pasado. Comencemos por arriba.

Pájaro de Saqqara
En 1891, en la tumba de Pa-di-Amón, fechada en el tercer siglo a. C, se encontró un curioso juguete. Se trataba de una figura de madera que asemejaba un halcón. En sí no parecía gran cosa, seguramente se tratara de una veleta o de un simple juguete que perdió su capa de pintura con los años pasados. El problema llegó con el estudio que le realizó el egiptólogo Khalil Messiha. Según sus estudios, aseguró que ese artefacto tenía unas condiciones perfectas para volar, que su aerodinámica era sensacional, muy parecida a los aviones actuales. Lo único que echó en falta para que pudiera surcar los cielos sin problemas sería un estabilizador en la cola. Entonces, analizando el “Pajaro de Saqqara”, se encontraron una pequeña muesca en la cola trasera que podría ser perfectamente lo que un día unió al pájaro con su estabilizador. Messiha hizo una copia a escala del pájaro incluyéndole un estabilizador y aseguró que volaba, de hecho, en un túnel de viento, el resultado fue satisfactorio. Con una manera de lanzarlo a la suficiente velocidad y un ejemplar como el que se encontró pero varias veces más grande, el hombre pudo haber volado varios milenios antes de lo que nosotros pensamos.

Batería de Bagdad
En 1936, durante unas excavaciones en Kujut Rabua, cerca de Bagdad, se descubrió una vieja tumba cubierta de una losa de piedra. Allí, entre otros muchos objetos, se encontró una vasija de cerámica de 14 cm de alto por 4 de ancho. En su interior había un cilindro de cobre, fijado con asfalto a la embocadura del cuello. Dentro del cilindro había una vara de hierro. Ya en ese año se estudió y el arqueólogo alemán Wilhelm König, entonces a cargo del Laboratorio del Museo Estatal de Bagdad, lo identificó como una probable pila eléctrica. Desde entonces se han encontrado muchos otros objetos como este a lo largo y ancho de la antigua Babilonia. Actualmente, como está claro, ninguna de estas “baterías” tiene carga eléctrica alguna, porque han pasado miles de años. Según las reproducciones que se han hecho, esta batería tendría una carga eléctrica que sí podría alimentar algún artefacto simple. Pero tener una batería eléctrica no serviría de nada si no tuviéramos algún artefacto que alimentar, algún artefacto como podría ser una bombilla.

Lámpara de Dentera
Hay en los muros del templo de Hathor de Dendera, en Egipto, iniciado por Nectanebo I (siglo IV a. C.) y terminado en época romana unos relieves esculpidos en la piedra. Para muchos arqueólogos, estos relieves no significan nada, pero hay quien puede ver, en la imagen de la izquierda, una bombilla antigua. Según estos investigadores, se pueden comparar los objetos centrales de los relieves con otros dispositivos similares más modernos (como los tubos de Geisslertubos de Crookes, y lámparas de arco eléctrico). Esta hipótesis podría concordar con la incógnita de porqué en los profundos y oscurísimos templos egipcios no hay restos de hollín, pues la única manera de iluminar esa estancia sería por antorchas o similares. Se han hecho pruebas para intentar ver si se podrían iluminar con espejos como nos muestran nuestros amigos de Hollywood, pero a cada reflejo la potencia de la luz sería menor y se terminaría por perder en los largos pasillos de los templos, eso sin contar con que nuestros espejos actuales, en principio, estarían mucho más pulidos y reflejarían mejor la luz que los egipcios. Además, en todos los templos hay postes de cobre que siempre se ha pensado que servían a algún tipo de rito. Si se usaran estas lámparas eléctricas para iluminar los templos, tendrían sentido las barras de cobre y la ausencia de hollín o de luz natural de algún tipo.

Va siendo hora de reescribir nuestra historia, de concebir que ni somos tan listos como pensamos ni antaño eran tan tontos. Hay otros muchos ejemplos de tecnologías antiguas que nos dejan sin aliento, ya las iremos viendo. La antigüedad está tan repleta de secretos y sorpresas que nos vemos en la obligación de replantearnos la historia, nuestro presente y la manera en que afrontaremos el futuro.

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