"¿Crees en el Señor Jesucristo como único y suficiente salvador?", pregunta, con voz firme, el pastor José Luis Fernández. "Sí", contesta en el mismo tono el creyente, y se deja sumergir en la pila bautismal del tamaño de una pequeña piscina.
Esta modalidad de bautismo se repite cada domingo en las parroquias evangélicas de España, pero la que se desarrolla en Les Roquetes de San Pere de Ribes (Barcelona) es especial: el bautizado se llama Mohamed Karami, ingeniero industrial de 37 años, y es un inmigrante marroquí. "Es el primer exmusulmán al que bautizo", señala orgulloso José Luis.
Con la camiseta blanca empapada, Karim se dirige al micrófono y toma la palabra. Habla de las "muchas etapas" de su vida, de la "curiosidad" que sintió por la religión de su mujer, que es latinoamericana, y por fin, de ese año 2008 en el que "ocurrió algo muy especial". "Tuve un encuentro con el Señor". "Le entregué mi vida". "Fue mi nueva fecha de nacimiento", concluye.
El centenar de fieles, en su mayoría españoles, que abarrotan el templo irrumpen a aplaudir al tiempo que en la pantalla de un televisor aparece la letra de unos cánticos que entonan con entusiasmo.
Los más enardecidos, los que más palmotean al ritmo de la música, son dos pastores, Hassan, de Alhucemas (Marruecos), y Said de Cabilia (Argelia), muy dedicados a la inmigración.
Entre los fieles hay también dos marroquíes que, como Mohamed, renunciaron al islam para convertirse hace años al cristianismo y dos chicas jóvenes de Tánger que, según cuentan, han acudido "por curiosidad".
Son advertidas de que en el templo hay un fotógrafo y un periodista les buscan afanosamente. "Por favor, que no salgan nuestros nombres ni nuestros rostros en el periódico", nos ruegan. "Podríamos tener problemas con nuestra familia si se entera", aseguran.
Mohamed, el bautizado, tampoco le ha contado a su madre, de 73 años -su padre militar falleció durante la guerra del Sáhara Occidental- su conversión. "Algún día iré a Marraquech, se lo diré y lo acabará aceptando", afirma.
"Hay países musulmanes que prevén la pena capital para los que hacen apostasía, pero incluso en los que no estipulan ese castigo, la conversión significa la muerte civil del converso", sostiene el periodista cristiano libanés Camille Eid, autor del libro Cristianos llegados del islam, publicado en 2006 en Italia. "De ahí que hasta los inmigrantes sean remisos a declarar su nueva fe".
Mohamed recuerda que cuando se empezó a acercar al cristianismo, a través de su suegra, le "gustó que se pudiera orar cantando con alegría". "A nosotros, los musulmanes, nos cuesta mostrar nuestros sentimientos", se lamenta. "El bautizo es para mí anunciar que crees y que has entregado tu vida al Señor".
La pasión que muestra Mohamed sorprende. "Los conversos deben superar tantas trabas psicológicas y hasta jurídicas que su envite es auténtico y entusiasmado", precisa Camille Eid.
Mohamed tiene claro por qué se ha hecho evangélico y no católico: "No puedo aceptar que deba haber un intermediario entre Dios y yo". La mayoría de los exmusulmanes conversos al cristianismo optan por el evangelismo por razones más pedestres: sus pastores hacen mucho más proselitismo que los sacerdotes católicos.
Said, el pastor argelino, por ejemplo, consagra las tardes de los sábados a reunir en una iglesia metodista de la calle de Aragón de Barcelona, a una decena de conversos como él con otros tantos inmigrantes marroquíes que "quieren saber en qué consiste nuestra religión".
En torno a una modesta merienda, los primeros cuentan sus experiencias, los segundos, preguntan. "Cristo nunca dijo que no te van a mirar mal por seguirle", les explica Said. "No hay que dejarse intimidar", prosigue. "Hay que levantar alta la bandera". "Las batallas se ganan con la palabra y no con los fusiles". "Y la palabra es Cristo". Después lee la Biblia y por último los conversos rezan en árabe y español.
¿Cuántos musulmanes se convierten al año al cristianismo en España? No hay ninguna estadística. En Francia, donde la comunidad musulmana es más numerosa, se estima que son unos 600. En España son menos, muchos menos en todo caso que el número de españoles que se hacen musulmanes y que además lo proclaman. Lógico, según Camille Eid, "porque en el islam solo hay una puerta de entrada, pero no de salida".
El País, IGNACIO CEMBRERO, Lunes, 13/6/2011
lunes, 13 de junio de 2011
Cuando se deja a Mahoma atrás
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