Hace tres años, parecía una hecatombe que explotara la
burbuja inmobiliaria. Miles, sino millones de personas se iban a la calle,
miles de familias se quedaban sin las casas por las que habían pagado por no
terminarse la obra, otras miles tenían que presentarse en las oficinas
bancarias con las llaves de sus casas en mano para entregarlas, sencillamente
habían tenido que elegir, o su casa o el futuro inmediato de sus familias. El
gobierno se negaba a afirmar que esto era una crisis, era solamente una
desaceleración económica de la que ya, hacía 2 años, se veía la luz al final
del túnel. El tiempo nos ha enseñado la realidad, que nuestra Europa unida, y más
fuerte que nunca, se está resquebrajando mientras sus gobernantes intentan
pegar con tiras de celofán los cascotes que se despeñan en medio del terremoto.
Que cinco millones de personas están en la calle intentando trabajar, que miles
de familias están en una situación desesperada, sin ingresos de ningún tipo en la casa, que las entidades que ofrecen ayuda a las personas desamparadas
no dan abasto. Esta crisis, hoy en día no tiene ninguna luz al final de ningún túnel, si seguimos con el euro, toda Europa parece al borde del abismo, si
salimos del euro, nos iremos incluso antes por el sumidero. Ya nadie sabe qué
hacer, todos esperan un milagro para salir adelante económicamente.
Muchas veces he hablado de la crisis moral que sufrimos
también en nuestros años y en nuestras latitudes. El caso es que la familia está
desintegrándose a pasos agigantados bajo un clima de apoyo aparente a la
libertad y a la independencia. El número de abortos, de separaciones, de
asesinatos entre parejas, de depresiones infantiles, de dramas familiares no
deja de aumentar. Pero la cosa con la situación financiera en la que estamos
metidos, no deja de crecer. El caso es que se han disparado en un 25% el número de suicidios desde que comenzó la crisis. Tenemos casos tan escalofriantes como
el de aquella mujer de Estados Unidos que disparó a sus dos hijos antes de
suicidarse en una oficina de asistencia social, o de personas que se han
suicidado después de serle negada asistencia alimentaria en medio de su
precaria situación. Cada vez son más las personas que, en medio de su situación
desesperada, tanto moral como económica, deciden quitarse la vida como causa de
su desesperación.
Parece ser que la guerra entre Israel e Irán es inminente. Esta
guerra parece algo normal, algo más de lo mismo, a lo que nos tiene
acostumbrados el Medio Oriente. El caso es que Estados Unidos está bastante
convencido de entrar a apoyar a su aliado israelí, y China y Rusia ya han
amenazado, además de movilizar a sus ejércitos, de que esto podría conllevar
una contienda a mayor escala, aludiendo explícitamente a la Tercera Guerra Mundial y a una crisis nuclear a nivel mundial.
Podría hablar de otros muchos temas, como del aumento de la corrupción a todos los niveles, del incremento de las protestas contra los políticos y la política en general en todos los rincones del mundo o de otras muchas cosas en las que podemos ver la manera en que todo se está desmoronando.
Parece que por todos los frentes, tenemos fuego abierto.
Parafraseando a la Casa Stark
de la saga de libros “Canción de Hielo y Fuego”, parece más evidente que nunca
que “Se acerca el invierno”, y no me estoy refiriendo al invierno como estación,
sino a algo mucho más grave, mucho más preocupante y mucho más trascendente.
A lo que yo me pregunto: ¿por qué será que, en medio de todo este clima apocalíptico,
me sienta tan sumamente mal que el Real Madrid pierda contra el Barça?
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