Para mi sorpresa, una de las entradas con mayor acogida ha sido la del pasado jueves 26 de mayo, “El Cielo”. En ella me limitaba a denunciar la falsedad del concepto celestial que tenemos que aparece en la Biblia y afirmaba que “lo que esperemos del futuro va a determinar absolutamente la manera en que vivimos el presente.” Hoy me gustaría ahondar aún más en lo que no es el Cielo, para otro día continuar afirmando lo que sí es.
Es bastante probable que todo esto que yo os estoy contando os recuerde bastante al pasado. A mi me lo recuerda. Porque todos tenemos el recuerdo del uso que se hacía del Cielo en la Edad Media, por ejemplo, o incluso hasta hace no mucho tiempo.
El hecho es que durante toda la historia, se ha usado la afirmación que me llevó al estudio de mi esperanza para justificar la injusticia. El caso es que, si lo que pase en esta vida no es tan importante porque tenemos que centrarnos, con el miedo en los huesos, en lo que ocurra en el futuro eterno, entonces debemos aceptar lo que nos toque vivir en esta vida con resignación estoica. Da igual si el noble de turno viola a mi mujer, no importa si la iglesia me está sangrando inmisericordemente, tengo que aceptar con gratitud que los más poderosos pisen a los débiles porque, a fin de cuentas, esto no vale de nada, y cuanto más “cristianamente” acepte mi funesto destino terrenal, más feliz y dichoso seré en el próximo, el verdadero destino, el celestial.
A esto no me estaba refiriendo cuando hablaba de que mi esperanza sea un motor en mi vida, o que cuanto más sea consciente del futuro una vez muerto más cambie mi forma de ver la vida. A esto no se refería San Pablo cuando habla de “la gloriosa herencia entre los santos”, a esto no se refería Jesús cuando afirmaba que iba a preparar un lugar para nosotros. Porque cualquier idea, por buena, pura o sacrosanta que sea es deplorable cuando se usa para tratar de obtener un beneficio personal e ilegítimo. De la misma manera que reprocho a los que usaban (y usan, supongo que recordaréis al sacerdote que vendía parcelas en el Cielo) la esperanza de un futuro glorioso, lo hago con aquellos que tratan de usar la religión como un negocio, la Biblia como reclamo para engordar sus bolsillos (cuidado, no estoy hablando de gente que se gana la vida trabajando con su base puesta en la Biblia, sino en aquellos que la usan para ganar dinero, trabajar para el dinero, y no para el Dios de esa Biblia). Como ya he afirmado en otras ocasiones y jamás me cansaré de decir, que yo sea cristiano y acepte lo que diga la Biblia, no quiere decir que acepte, ni mucho menos, todas las barbaridades que se han hecho y dicho en nombre de mi Dios o de Su palabra.
El Cielo es un lugar maravilloso, del cual tenemos mucha información, aunque, obviamente, mucha también no la tenemos. Pero lo que sí que sé es que esta promesa de un futuro increíble de ninguna manera puede convertirse en una excusa para nada. Ni una excusa para hacer o dejar de hacer algo en esta vida, ni una excusa para que los demás tengan que resignarse. Es justicia el trabajar para buscar un futuro mejor, es justicia el denunciar aquellos actos de agresión ilegítima contra uno mismo o los suyos, es justicia el buscar en la Palabra de Dios para encontrar en qué nos han engañado durante siglos aquellos que teóricamente nos deberían guiar hacia él, es justicia que vosotros mismos busquéis la verdad para comprobar si yo mismo os miento. Sea como sea el Cielo, se basa en la justicia, y Dios mismo afirma que en ninguna manera tendrá por justo al injusto, así que usar su obra de una manera indebida es un atentado contra la misma esencia de Dios y de su obra.
Por otra parte, la grandeza futura del Cielo no debe hacernos olvidar del mundo en que vivimos. Es bueno, y de hecho yo mismo animo a ello y me aplico el cuento, el vivir la vida de tal manera que tengamos nuestros ojos puestos en la meta, pero no debemos olvidar que ahora vivimos aquí. Que existen muchas cosas que mejorar en este mundo.
Al principio os prometía que os iba a hablar de algo que no era el Cielo, pues bien. El Cielo será muchas cosas, todas increíbles. Pero una cosa que no es ni debe ser, una excusa.
1 comentario:
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