miércoles, 9 de marzo de 2011

El maestro

Hoy me gustaría hablar acerca de un personaje histórico que literalmente cambió la historia. De hecho, contabilizamos los años antes y después de la supuesta fecha de su nacimiento. Hoy quiero hablar un poco de algunos aspectos de la figura de Jesús de Nazaret.

Y es que hay una idea que últimamente está bastante extendida y que me resulta bastante curiosa acerca de Jesús. De toda la vida han existido las personas que creían en Jesús y las que no, sin más. Los que pensaban que él era el redentor de la humanidad y los que pensaban que era un farsante.

Pero cada vez es más común encontrar gente que piensa que Jesús era un buen hombre, un sabio.(Incluso he escuchado a gente que decía que fue educado en Egipto aprendiendo de la sabiduría de la civilización de los faraones o que fue a oriente a aprender en la India acerca de las filosofías orientales, y que por eso puso tanto énfasis en el amor) Jesús, en todo caso es un personaje fascinante, un carpintero humilde de una provincia romana especialmente problemática, sin estudios, influencia ni posibilidades, aparentemente, que comenzó una revolución que dejaría patas arriba la potencia que dominaba el mundo. Y todo esto con el mensaje del amor, de respetarse los unos a los otros. Este es uno de los aspectos de Jesús, sin duda el más difundido y creído. La postura acerca de Jesús de la que quiero hablar hoy es la que se queda ahí. Seguramente os sonará la idea que Jesús fue un buen hombre, humilde, sabio, un maestro impresionante que nos enseñó una nueva manera de relacionarnos con los demás y que abrió el camino de un nuevo entendimiento entre la humanidad basado en el amor y la comprensión. Según esta idea, Jesús sería algo así como el primer hippie, el gran revolucionario del amor en el mundo de la antigüedad.

Esta posición tan bonita e idealista, según mi humilde punto de vista, viene de alguien que no ha estudiado la figura de Jesús, de alguien que ha idealizado al fundador de la religión cristiana y lo ha hecho como a él le gustaría que fuera. A mi entender, insisto, es producto de alguien que “ha escuchado campanas y no sabe donde”.

Porque lo cierto es que la idea que se queda ahí, en el Jesús maestro de bondad y amor no es para nada compatible con algunas de las escandalosas afirmaciones que el carpintero de Galilea hizo de sí mismo. Jesús dijo de sí mismo que él existía antes que Abraham, que ya por aquel entonces hacía casi 2000 años de su muerte, dijo que él era la luz que había venido al mundo para que no anduviéramos en tinieblas, dijo que él era El Señor, que era el único camino, la verdad y la vida, y, entre otras muchas, hizo la afirmación más escandalosa que podría haber hecho alguien, dijo que él mismo es Dios.

Todo esto que él mismo dijo acerca de su persona le costó la enemistad de los principales religiosos de Israel que comenzaron a buscar la manera de matarlo. Y es que, según mi opinión, no es compatible la figura de este maestro sabio y bueno con la de este que decimos que afirmó de sí mismo ser el creador de todo lo que existe, sencillamente no le encuentro compatibilidades.

Según mi opinión tendría que ser lo siguiente: Jesús afirmó ser Dios mismo, entonces, tenemos dos opciones, que fuera verdad o que fuera mentira. Si él no fuera lo que afirmaba ser, entonces hay otras dos opciones, que supiera que no era verdad, con lo cual era un mentiroso y un embaucador, además de un muy buen actor; o no lo sabía, con lo cual la opción que se plantea es que estaba completamente loco, alguien que cree que es Dios sin serlo, yo por lo menos lo consideraría como alguien que ha perdido completamente el norte. Y queda la última opción, que él es Dios.

Así que nos quedan tres opciones que podemos creer acerca del personaje de Jesús, el hijo de María. Él era un mentiroso, un cruel embaucador que buscaba dinero o gloria, alguien que ciertamente necesitaba un psiquiatra, completamente demente o el Dios creador del cielo y la tierra. Aquí no cabe la opción del maestro, del sabio amoroso y bueno que solo pretendía enseñarnos a vivir en amor y armonía. Según mi opinión, respecto a este tema, no hay más opciones, o pensamos que no podemos confiar en esa persona que busca engañarnos o que está loco, o pensamos que esta persona es en la que más podemos confiar, ese Dios que se dio a sí mismo para pagar por nuestra maldad.

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